El
tema de este libro pone los pelos de punta, pero no es una historia
de terror, aunque si produce miedo que el autor lo escribiese en 1953
y que algunas de las situaciones que narra hayan sido casi como una
profecía. Y es que en esta distopía la gente tiene pantallas
enormes de televisión en las paredes de sus casas, llegando a estar
absorbidos por lo que emiten. Los vehículos circulan a gran
velocidad porque así ni pueden contemplar el paisaje ni centrarse en
otra cosa que no sea conducir, y los multan si van despacio. Pero aún
van a más en este mundo, construyendo las viviendas sin porches para
que las personas no puedan sentarse a charlar. Los niños van a la
escuela 9 de cada 10 días, y el que están en casa, los padres, los
ponen a ver la tele. La comparación que se hace en el propio texto
sobre los niños: “es como lavar ropa, que metes la colada y
cierras la tapa”.
Pero
el culmen de esta sociedad es que no se puede pensar, por eso se
queman los libros. De ahí el título “Fahrenheit 451” que se
refiere a la temperatura a la que el papel de los libros se inflama y
arde. Siendo los bomberos los responsables de esa tarea, no apagan
fuegos, los producen, porque ellos son como los guardianes de la
felicidad. En un planeta donde los gobernantes no quieren que la
gente piense, donde no tenía que haber intelectuales sino seres no
pensantes porque, según ellos, esa es la felicidad.
El
personaje principal es Montag, un bombero que hace mecánicamente su
trabajo, pero parece que tiene inquietudes. Su encuentro con una
joven de 17 años, Clarisse, con quien saltándose las normas entabla
alguna conversación, y ella le deja en el aire algunas cuestiones,
cómo si es feliz, abriéndole los ojos a este hombre, quien iniciará
una lucha interior que le llevará a un gran cambio en su vida.
Del
resto de personajes me quedo con los intelectuales huidos que viven
por el campo y que tienen en su cabeza los libros leídos y los
transmiten oralmente. Aunque los demás, la mujer de Montag, el
profesor Faber, el jefe de bomberos Beatty, el sabueso mecánico, la
mujer que defiende su propia biblioteca, todos tienen un papel bien
definido y clave para entender lo que quiere transmitir el autor en
su relato. Es su particular denuncia encubierta sobre temas que le
preocupaban, recordemos que era la época del macartismo, y unos años
antes había terminado la Segunda Guerra Mundial, la bomba atómica,
la quema de libros por los nazis.
A
pesar de la brevedad de la novela consiguió que los temas tuvieran
la profundidad necesaria para llevar al lector a la reflexión. Por
ejemplo explica desde dos puntos de vista diferentes de dos
personajes opuestos, por un lado las razones de porqué se prohíben
los libros y por otro porqué es positiva la lectura. Pero, sobre
todo, te deja pensando que los años pasan y la humanidad no
evoluciona en algunos aspectos.
Algunas
frases del libro:
“Nadie
tiene tiempo para nadie.”
“Un
libro es un arma cargada.”
“Tiene
que haber algo en los libros, cosas que no podemos imaginar para
hacer que una mujer permanezca en una casa que arde. Ahí tiene que
haber algo. Uno no se sacrifica por nada.”
“¿Cuántas
veces puede hundirse un hombre y seguir vivo?.”
Contracubierta
o parte de la misma:
Ofrece
la historia de un sombrío y horroroso futuro. Montag, el
protagonista, pertenece a una extraña brigada de bomberos cuya
misión, paradójicamente, no es la de sofocar incendios sino la de
provocarlos para quemar libros. Porque en el país de Montag está
terminantemente prohibido leer. Porque leer obliga a pensar, y en el
país de Montag está prohibido pensar. Porque leer impide ser
ingenuamente feliz, y en el país de Montag hay que ser feliz a la
fuerza...
Traducción
Alfredo Crespo
Fotografía
de la cubierta: Cover