Este álbum ilustrado, con
ilustraciones de la propia autora, es un homenaje a todas las abuelas del
mundo, empezando por las de ella misma,
a quienes dedica unas palabras tiernas y afectivas.
Abuelas clasificadas en
veintinueve tipos diferentes, de la A a la Z, desde la Abuela Arreglacosas
hasta la Abuela Viajera, es difícil distinguir en una sola a mis propias
abuelas o a otras cercanas, porque he reconocido rasgos o características en
varias de las que nos encontramos en este libro.
Pero tal vez las más parecidas a
mi abuela paterna son la Abuela Musical, la Abuela De negro y la Abuela
Viajera. Y he encontrado rasgos similares a mi abuela materna en la Abuela Que
no abandona un sueño, en la Abuela Sabelotodo y en la Abuela Jardinera.
Leer estas páginas me ha traído
buenos recuerdos, me ha hecho recuperar momentos entrañables, sentir de nuevo
algunos aromas, sabores, besos (como el “Beso a caballito: Al paso, al trote, a
¡¡galope, galope, galope!!!”), abrazos, caricias... Sensaciones guardadas en el
corazón. Ha sido estupendo abrir la caja de la memoria antes de que pueda
llegar a ser una Abuela Desmemoriada. Aunque pensándolo bien me encantaría
aspirar a ser Abuela Tejedora de cuentos, no obstante reconozco llevar el
camino de convertirme en Abuela Tiquismiquis, por suerte aún estoy a tiempo de
remediarlo.
Esta joya me la han regalado mis
hijas, ellas no conocieron a sus abuelas, aunque si a una bisabuela, pero por
suerte han tenido abuelas postizas como sus queridas Abuela Costurera y Abuela
Consiguelotodo. Ya veis hay abuelas para todos los gustos.
Un libro lleno de pequeños
detalles, tanto en el texto como en las ilustraciones, que sin remediarlo me
han sacado una sonrisa con las descripciones, a veces, algo disparatadas o
exageradas pero que reflejan claramente cada clase de abuela. Que me han
emocionado y rememorado el sabor dulce de aquel flan o aquel arroz con leche de
las tardes de invierno jugando a las cartas y las de verano saltando a la
comba. Que me han traído el recuerdo de las sobremesas familiares tras una
paella cocinada con el cariño de estar todos juntos. Una lectura y unas
imágenes que me han transmitido alegría y melancolía, porque ha sido bonito
recordar y triste que ya no estén aquí.
Por cierto, creo que a partir de
esta lectura voy a ver con otros ojos a algunas abuelas conocidas.
Algunas frases del libro:
“En el corazón, justo a la
izquierda del lugar donde se almacenan los sentimientos, las abuelas guardan
algo muy importante: los recuerdos.”
“La abuela Melancólica es el
ejemplo más claro de un corazón desbordado por los recuerdos. Estos salen de su
pecho convertidos en suspiros.”
“Beso de dormir: indispensable en
la casa de una abuela que pase todas las pruebas que la hagan digna del título
de 'buena abuela'. Tiene muchas propiedades, todas favorables.
Atrae el sueño, despeja el cielo de esas nubes que dan miedo, obliga a los
monstruos a salir de debajo de la cama y a irse a dormir a otro lugar...”
Contracubierta:
Hay
abuelas en todos los confines de la Tierra. Todos hemos conocido a una o a
muchas, a las nuestras o a las de los demás. Los más afortunados trotamos
algunas tardes sobre las rodillas de una abuela Consiguelotodo o nos chupamos
los dedos después de paladear un abrazo de chocolate de una abuela Repostera.
Muchos sabemos que hay pocas sensaciones comparables a la de quedarse dormidos
en el regazo de una abuela Tejedora de cuentos o podemos presumir de haber
visitado otros planetas a bordo de la mirada perdida de una abuela Lunática.