En la web de la autora refiriéndose a este libro dice: “Conozco una estupenda forma de viajar: a través de los
amigos, de nuestra gente especial. Muchas veces aprendemos a amar algunos
lugares en función al cariño que tenemos a quienes los habitan. Algo parecido a
eso me pasó a mí con América Central, donde tengo algunos amigos inolvidables:
Alejandra Castro, Rafael Francisco Góchez, Roberto Cortés, Javier Alas... de su
mano, en más de una ocasión, he recorrido las tierras de ese istmo que es
Centroamérica, y de su mano espero volver muchas otras veces. He escrito mucho
sobre esas porciones de tierra que son los países que lo firman: Guatemala,
Honduras, Costa Rica, El Salvador, Nicaragua, Panamá... Y espero seguir
haciéndolo.”
Pues en mi caso tengo un cariño especial por El Salvador,
porque el hijo de una buena amiga se fue para allá hace varios años y por ellos
he conocido este pequeño país de Centroamérica, y un tiempo después una
salvadoreña se vino para acá, y también ha contribuido a que se convierta en un
lugar cercano para mi. Así que cuando vi este libro en la biblioteca del
colegio y leí la contracubierta sentí que debía leerlo.
Es una lectura juvenil, a partir de 12 años, pero que
podemos leer los adultos porque nos acerca a un desastre natural que conmovió
al mundo durante el otoño de 1998, el huracán Mitch. Desde entonces ha habido
otras catástrofes impactantes en otros lugares y, tal vez, las imágenes las
pueda confundir, pero desde luego el nombre del huracán y los países que lo
sufrieron no los he olvidado.
Es un relato contado en forma de diario por una niña
española de 13 años que por circunstancias se va a vivir a El Salvador.
Así que entremezclados hay dos temas, por un lado el cambio
de vida al que se enfrenta Aida: nueva ciudad, país, continente, amistades,
colegio, cultura, costumbres, vocabulario, gastronomía, paisajes. En fin, todo
un mundo nuevo después de haber dejado atrás el suyo. Unido a la adolescencia y
todo lo que conlleva.
Y por otro lado, las primeras noticias de una tormenta tropical
que acabó convirtiéndose en el huracán Mitch, y que junto a Aida seremos
testigos de ese avance y de los efectos que causó, mientras ella viaja desde El
Salvador hasta Costa Rica, pasando por Honduras y Nicaragua, en busca de su
padre.
Esta aventura la enriquecerá interiormente después de ver y
palpar la pobreza, el hambre, la sed, las desigualdades sociales y descubrir
que cada persona tiene una historia que contar.
Me han llamado la atención dos pequeñas partes del libro: la
historia de Guillermo, por qué y cómo va a Guatemala y cuando decide romper con
todo e instalarse en Centroamérica.; y la mención a los poetas Federico García
Lorca y Roque Dalton.
También me han gustado los dos anexos finales, un
vocabulario básico para viajar con Aida, donde encontraremos la definición de
muchas palabras lugareñas que están en el texto, y unos datos de interés para
conocer El Salvador: localización, clima, orografía, superficie, demografía,
economía, flora y fauna, y tipo de gobierno. Vamos toda una lección de
lingüística y geografía.
Un libro
basado en una realidad que la autora conoce muy bien.
Algunas frases del libro:
“Aquí todo está relativamente cerca, éste es un país
pequeño, tan pequeño que a veces la gente se olvida de él.”
“Nunca quiere llevar la cámara a ninguna parte. Dice que los
paisajes se miran con el corazón, no con los ojos, y tiene la teoría de que es
imposible mirar con el corazón un pedazo de papel.”
“Me ha envuelto en uno de esos abrazos que salen del
corazón.”
“Las palabras son mágicas: no es lo mismo comerse un
insípido trozo de banana que una riquísima tajadita, ¿lo habíais pensado alguna
vez?”
“Qué fantásticas
pueden ser las cosas más sencillas de la vida.”
Contracubierta o parte de la misma:
Aida, una chica de 13 años, viaja con su padre a El
Salvador. Allí vive un gran choque cultural y conoce un sinfín de cosas nuevas,
desde los sabores de las comidas a los volcanes en erupción. Se trata de un
mundo por descubrir donde la naturaleza parece dictar sus propias normas. Tanto
es así que, sin previo aviso, estalla la peor catástrofe meteorológica que ha
vivido Centroamérica en los últimos años: el huracán Mitch.
Aunque
las dimensiones del huracán son tremendas, Aida, sin pensarlo demasiado, se
lanza, en compañía de su amigo Roque, desde El Salvador pasando por Honduras,
hasta llegar a Costa Rica en busca de su padre. La protagonista se verá inmersa
en una verdadera aventura, cruzando tierras anegadas, luchando contra el hambre
y la sed e incluso ejerciendo de improvisada comadrona. Cada uno de los
personajes que Aida se encuentra transmite una lección vital a una niña que,
sin darse cuenta, va dejando de serlo.