Para
valorar aún más el contenido de este libro es muy importante saber
los pocos datos biográficos que se conocen de su autora. Cuándo,
cómo y dónde lo escribió. Cuándo, cómo y dónde se publicó por
primera vez. Cuándo, cómo y dónde se encontró posteriormente un
ejemplar y pudo volverse a editar y entonces llegar a muchos
lectores. Y todo esto lo podemos conocer al leer el prólogo escrito
por Patrick Modiano. Además, al final hay una cronología y un
dossier con documentos varios que complementan el texto.
Puedo
adelantar que fue escrito entre 1943 y 1944, por esta mujer, que como
testigo real de los acontecimientos que entonces asolaron Europa,
hizo una crónica de lo que vivió, vió y sintió, desde sus
recuerdos de la ocupación de 1914-1918 que acabó con todo pero sin
embargo su familia siguió viva y con salud. La situación a partir
de 1935 que fue cuando empezaron las complicaciones graves. Cuando
los campos de concentración se llenaron de inocentes. Y en Berlín,
donde tenía su librería La Maison du Livre, fue testigo del cambio
y transformación de las personas, la proliferación de denuncias a
cualquiera, familia o no, amigo o no, conocido o no. En definitiva,
el odio producido por el crecimiento de un monstruo (nazismo).
Teniendo que exiliarse a Francia. Y a partir de ese momento cuenta
con pequeñas descripciones todo lo que le sucedió a ella y lo que
sucedía a su alrededor, habla de personas conocidas para ella y de
otras desconocidas. Usa pocas palabras que dejan a la imaginación el
resto. Suficientes para sentir el dolor, la impotencia, y las
terribles consecuencias de la guerra, más concretamente de la
Segunda Guerra Mundial y la persecución a los judíos.
En
su relato de la odisea que vivió también hay espacio para los
gestos conmovedores de entrega y bondad que recibió por parte de
gente cercana y amigos de amigos, que le proporcionaron breves
momentos de remanso y paz, en medio de aquella barbarie.
Principalmente del matrimonio Marius que siempre fueron su gran
apoyo. Porque algunos franceses se rebelaron contra los métodos de
su gobierno, no compartían la colaboración del gobierno francés
con los alemanes durante la ocupación. Y ayudaron a otros jugándose
su propia vida en unos momentos en que cuatro palabras sintetizaban
lo que estaba ocurriendo: guerra, huida, arresto, deportación.
Françoise
Frenkel también expresa en su crónica la amargura que llenaba su
corazón (y de muchas personas), tanto por su propia situación, como
por estar separados de la familia y de amigos, y por no tener
noticias de ellos.
Este
libro es de los que dejan huella por tres aspectos: su contenido, por
la biografía de la autora y por la forma en que ha llegado a
editarse y reeditarse. Venga, hago otro adelanto a ese genial
prólogo: Michel Francesconi encontró un ejemplar en un mercadillo
de Niza y así se pudo reeditar esta gran historia. Gracias a este
señor hoy podemos leer este relato que nadie debería perderse.
Por
cierto tampoco hay que dejar de leer “Suite francesa” de Irène
Némirovsky (reseña aquí), pues para mi tienen en común esos tres
aspectos que los hacen únicos: contenido, biografía y cómo se
publicó.
Y
para terminar me ha parecido muy significativo de todo lo que le va
sucediendo a la autora el título original: Rien où poser sa tête =
ningún sitio donde descansar la cabeza.
Algunas frases del libro:
“Aquella
noche comprendí por qué había podido soportar la agobiante
atmósfera de los últimos años en Berlín... Yo amaba mi librería
como una mujer ama, con verdadero amor. Había pasado a ser mi vida,
mi razón de ser.”
“Casi todos desaparecieron o, al igual que los judíos, empezaron a poblar los campos de concentración. Su recuerdo, desde luego, no puede ser borrado.”
“El horror se instaló en la vida cotidiana.”
“Se podría escribir un volumen entero sobre el valor, la generosidad y la intrepidez de esas familias que, con peligro de su vida, daban ayuda a los fugitivos en todos los departamentos, incluidos los de la Francia ocupada.”
Contracubierta o parte de la misma:
En
1921, Françoise Frenkel, una joven apasionada por la lengua y la
cultura francesas, funda la primera librería francesa de Berlín, La
Maison du Livre, un lugar de reunión y debate para los amantes de
los libros. Con la ascensión del nazismo el clima en la capital
cambia y Françoise debe escapar a París, donde empezará su viaje
para huir de la persecución judía.
Traducción
del francés de Adolfo García Ortega