Es el tercer libro que leo de este escritora francesa y en
cada uno he encontrado algo, aunque haya sido una mínima parte, como me ha
sucedido en éste o en “La amaba” (reseña aquí), que me ha llenado, porque si me gusta el
estilo de esta mujer es precisamente por la forma que tiene de hacernos llegar
diversos sentimientos.
En esta novela Anna Gavalda nos lleva a recordar nuestra
niñez y el tiempo pasado con nuestros hermanos, dejándonos la agradable
sensación de que aquellos años los podemos recuperar en cualquier momento.
Simon, Lola, Vincent y Garance son los protagonistas de esta
novela, contada en primera persona por la última. Son cuatro hermanos bastante
unidos desde siempre, como una piña, tienen mucha complicidad y compenetración,
y entre sí se necesitan. Juntos son intocables. Pero cuando se han hecho
adultos sus vidas han tomado caminos distintos. Ahora con motivo de un
acontecimiento familiar el clan se reúne de nuevo. Por un momento vuelven a
estar los cuatro reunidos, sintiendo que la vida se recompone.
Parte de la historia aborda la relación con una cuñada, a
quien chinchan y les encanta tomar el pelo. Para continuar con una escapada que
protagonizan los hermanos, durante un par de días compartirán muchos recuerdos
que les harán vibrar, emocionarse y rozar la felicidad, se sentirán ricos
interiormente. Gracias o por culpa de sus padres se acercaron a los libros y a
la música, les hablaron de otras cosas y les enseñaron a verlo todo de otra
manera, con sensatez, sabiendo tomar las cosas con un poco de distancia. Sin
embargo, no aprendieron a confiar en ellos mismos.
Este encuentro especial lleno de buenos momentos, risas y
alegría, es un último rescoldo de la niñez, de aquellos maravillosos años
cuando sólo era ellos cuatro, sin responsabilidades, ni compromisos, aquellos
tiempos de libertad y de inocencia, donde todavía tenían grandes sueños. Tan
distintos a sus vidas actuales. Un encuentro que marcará un antes y un después
en sus vidas, donde el regreso a su infancia dará paso a la madurez.
Es una
novela corta y sencilla, sin demasiadas pretensiones, continua pareciéndome
muchísimo mejor “Juntos, nada más” (reseña aquí). Pero que deja un buen sabor con los
sentimientos que transmite: nostalgia, ternura, felicidad, a través de unos
personajes que resultan cercanos. Y donde la música jugará un papel muy
significativo, haciendo salir todas las emociones, las suyas y las nuestras.
Algunas frases del libro:
“¿Dónde termina la buena educación y dónde empieza la
cobardía? “
“Y las dos sentimos que somos la mitad de todo y que la una
sin la otra no estaría más que a medias.”
“¿Y cuándo terminaría la vida por separarnos? Porque así son
las cosas. Porque el tiempo separa a los que se quieren, y nada perdura.”
“Y después hablamos también de nuestros padres. Como
siempre. De Mamá y de Pop. De sus nuevas vidas. De sus amores y de nuestro
futuro. En dos palabras, de esas cosillas y esas personas que llenaban nuestras
vidas.
No eran muchas cosas ni mucha gente, y sin embargo...era
infinito.”
Contracubierta o parte de la misma:
Simon,
Garance y Lola, tres hermanos que ya se han hecho mayores como sus
obligaciones, huyen de una tediosa boda familiar para ir a reunirse en un
pueblecito campestre con Vincent, su hermano pequeño. Olvidándose de hijos,
divorcios y preocupaciones, vivirán un último día de infancia robado a su mundo
de adultos.Traducción de Isabel González-Gallarza