He de reconocer que me
costó un poco coger el hilo a esta novela, sin embargo, algo tiene que tampoco
me permitía dejar de leerla, así fui avanzando entre sus páginas, mientras se
alternaban dos espacios temporales, el cambio de siglo del XIX al XX y el año
1914. Aunque de la época más reciente la narración es más extensa. Hasta que
hacia mitad, más o menos, empezó a tomar más forma el argumento y me mantuvo en
tensión hasta el final, que me pareció muy sorprendente.
Sin llegar a ser una
novela histórica aporta algunos acontecimientos reales de aquellos turbulentos
principios del siglo XX en Europa. Como es uno de sus personajes, Francisco
Ferrer Guardia, pedagogo y librepensador (quién existió realmente). Creador de
un concepto alternativo de escuela, la Escuela Moderna, con innovadoras
metodologías educativas, donde los niños y niñas puedan llegar a ser personas
instruidas, verídicas, justas y libres de todo prejuicio (ideas magníficas que
ojalá pudieran ser una realidad). Cuyos trece principios básicos podemos leer
al comienzo de cada parte en que se divide este libro.
Me ha parecido que tienen
más fuerza los personajes masculinos, como Pablo Bruniquer, maestro, seguidor
de Ferrer Guardia. Que quiere mejorar las condiciones de la educación, siente
amor por la enseñanza, tiene vocación como educador y se le podría definir como
un maestro idealista.
Otro personaje es Emili
Boix, con un pasado enigmático, que quiere olvidar su vida anterior,
desprenderse de sus orígenes. Llega por azar a Can Noguera en los bosques del
Montseny en la provincia de Barcelona, integrándose en la montaña y en la
comunidad de leñadores, empezando a sentirse parte de ellos. Según pasa el
tiempo ve un mejor porvenir, pues se siente bien entre las gentes del monte,
volviendo a tener ilusión.
Parte importante en esta
novela es Arnau, un niño de esos montes, a quien la vida le ha dado varapalos,
pero que según crece sabe que soñar es bueno, y cumplir los sueños es posible.
Y aunque con menos
protagonismo, pero si son parte esencial en el argumento, destacaría como
personajes femeninos a Raquel y Ramona, sobre todo, la historia de la primera
no deja indiferente.
Como tampoco lo hace el
tema de la educación, un asunto tan importante en la sociedad y que últimamente
su estado es bastante preocupante. Recordándome a otro libro “Historia de una
maestra” de Josefina Aldecoa (reseña aquí). Por lo menos, en ambas historias
nos recuerdan que hubo un tiempo en que se intentó hacerlo de otra manera.
El autor ha hecho una
dedicatoria al principio: “Dedicado a todos los proyectos vitales”. Y me ha
recordado a uno de mis hermanos que siempre dice que en la vida es muy
importante tener proyectos, que nos permitirán llegar a una meta. Sin éstos lo
único que tendremos será un vacío existencial. Proyectos como los soñados por
algunos de los personajes de esta narración y que recuperan a pesar del paso
del tiempo.
Algunas frases del libro:
“Una nueva manera de
pensar, más cercana, respetuosa y crítica; una forma de pensar, en definitiva,
que en lugar de encorsetar jugará a favor de la vida y el conocimiento.”
“Que sean capaces de pensar por sí mismos, de descubrir y relacionar.”
“Pero en ese tiempo había descubierto que no había manera de deshacerse de la esencia de uno mismo.”
Contracubierta o parte de la misma:
Año 1914. Un hombre solo
viaja en tren de Francia a Barcelona. Cerca del macizo del Montseny siente el
impulso de bajarse en una pequeña estación. El olvido que busca podría
encontrarse en el silencio de la montaña.
El protagonista entra a
formar parte de una pequeña comunidad de leñadores y se acostumbra a la vida
sencilla en contacto con la naturaleza. Atrás quedan los ideales y los sueños
envueltos en su pasado desconocido.
Sin embargo, no podemos
oponernos a nuestro destino, y pronto descubrirá que los niños de la
explotación forestal lo necesitan. Tal vez aquel bosque aislado sea, después de
todo, el lugar para llevar a la práctica los principios pedagógicos que la Escuela
Moderna había desarrollado en Barcelona a comienzos del siglo XX.
Una novela sobre los
sueños que nos mantienen vivos, los viejos ideales que nunca se olvidan y la
fuerza de los niños para cambiar el mundo.
Imagen de la cubierta: Gabriel Casas
Imagen de la cubierta: Gabriel Casas