Ya considero a este autor como uno de mis imprescindibles, y no sólo en su faceta literaria sino también en la del cine (os recomiendo sus películas como director y guionista). Este el tercer libro que leo de Philippe Claudel (el primero fue “La nieta del señor Linh” reseña aquí, el segundo “Almas grises” reseña aquí) y tienen en común que sin especificar el lugar y el tiempo donde ocurren los hechos, te permite intuirlos fácilmente. Creo que es una genial característica del autor, que sin dar datos de países ni de fechas, sin dar demasiados detalles, consigue que sepamos de que está hablando y que reconozcamos los acontecimientos que forman parte de la historia del siglo XX. En este caso son referencias al horror de la guerra. Por ejemplo: habla de los vagones en que viajaron hacia el país de la inhumanidad, el campo (en ningún momento dice que sea de concentración, pero no hace falta, se intuye).
El
personaje que da título al libro, Brodeck, tiene un trabajo
tranquilo que es redactar breves notas sobre la flora y el tiempo,
una tarea sin importancia para la Administración. Pero le da para
vivir. Además es una persona que desde que volvió de la guerra no
busca la compañía de la gente, pues se ha acostumbrado a la
soledad. Conserva recuerdos dolorosos del campo, donde el tiempo dejó
de existir. Desde entonces ya no siente dolor.
En
la pequeña población donde vive, todos los hombres, después de
reunirse en la fonda Schloss, le piden que redacte un informe sobre
un hecho que ha sucedido, un incidente en un pueblo perdido lejos de
todo. Donde ponga todo para que quien lo lea comprenda y perdone.
Quieren que sea el escriba, pero no le piden una novela, le dicen:
“Cuentas las cosas y ya está. Como en uno de tus informes.”
Aunque
le pesa, acepta. Pues se siente inocente entre culpables. Decide
redactarlo en primera persona, como hace con los informes, porque no
sabe explicar las cosas de otra manera. Pero va a escribir dos
relatos en paralelo, el que le han pedido y otro (que es el de este
libro). Porque tiene miedo y ve cosas raras.
Todo
empezó con la llegada de un extraño, al que llaman De Anderer (el
Otro), situación que acaba enturbiando aún más sus vidas. Porque
en realidad ya estaban marcados por la guerra, por los meses
posteriores y por lo que vivieron y callaron. Por eso lo que quieren
es vivir lo menos dolorosamente que puedan, es algo humano. Y la
gente a veces hace cosas muy extrañas que no tienen explicación.
Su
pueblo podría ser el último lugar “al que acuden quienes han
dejado atrás la noche y el vacío, no es un sitio donde empezar de
nuevo, sino donde todo acaba.” Quizás por eso fue allí Anderer.
Algunas frases del libro:
“No
nos damos cuenta de lo mucho que puede depender el curso de una vida
de detalles insignificantes.”
“Siempre me ha costado un poco hablar y expresar lo que bulle en mi cerebro. Prefiero escribir. Escribiendo tengo la sensación de que las palabras se vuelven dóciles, de que vienen a comer de mi mano como pajarillos y hago con ellas casi lo que quiero, mientras que cuando intento juntarlas en el aire se me escapan.”
“En el fondo, las fronteras no son más que trazos de lápiz sobre el mapa. Dividen mundos, pero no los separan. A veces, se olvidan con la misma rapidez con que se trazaron.”
Contracubierta o parte de la misma:
Apenas
ha transcurrido un año desde el final de la guerra cuando una muerte
rompe la tranquilidad de un pequeño pueblo perdido en las montañas.
El único extranjero del lugar, a quien llaman Der Anderer – el
Otro, en alemán –, ha sido asesinado y todos los hombres de la
localidad se confiesan autores del crimen. Todos menos Brodeck, quien
recibe el encargo de redactar un informe sobre lo sucedido “para
que quienes lo lean puedan comprender y perdonar –. Así pues,
Brodeck entrevista a los hombres más importantes del pueblo: el
cura, el dueño de la fonda, el alcalde... Y cuando este último le
advierte de que no “busque lo que no existe. O lo que existió pero
ya no existe”, Brodeck comprende que no le conviene saber
demasiado. Sin embargo, la redacción del informe lo obliga a
interrogar y a interrogarse, lo que a la postre puede suponer una
amenaza para él y su familia.
Traducción
del francés de José Antonio Soriano Marco