La
estructura de esta novela está muy bien construida, con un prólogo
anterior en el tiempo, que nos traslada a 1955 en Tánger. Unos
capítulos donde se desarrollan las tramas, que transcurren en unos
meses de 2014 en España y en Suecia. Y un epílogo con mucha
sensibilidad que salta a 2017.
Víctor
del Árbol ha vuelto a escribir una gran historia.
Por
un lado está Miguel que con 75 años empieza a tener algunos
olvidos. Tiene relación con su hija Natalia, pero las circunstancias
de ella y la nueva situación de él hacen que se vaya a vivir a una
residencia de ancianos en Tarifa.
Por
otro lado está Helena que con 70 años ya vive en esa misma
residencia. No tiene demasiada relación son su hijo David, quien
vive en Mälmo (Suecia) y se comunican en contadas ocasiones por
skype.
Sus
situaciones personales hacen pensar en la soledad de la vejez. Pero
Miguel y Helena inician una amistad que les lleva a hacerse
confidencias. Ambos están marcados por recuerdos de su infancia, por
circunstancias traumáticas vividas con sus madres y conviven con los
fantasmas de su pasado. Que poco a poco iremos descubriendo. Son
situaciones de otro tiempo, de un tiempo que no volverá, e inducen a
una falta de querer seguir viviendo. Pero la trágica muerte de un
compañero de la residencia, impulsa a Helena a querer vivir una
última vez. Y Miguel decide emprender el viaje con ella. Son viejos
pero tienen criterio y personalidad para manejar sus propias
decisiones. Tienen que avanzar, seguir hacia adelante, no pueden
terminar sus días ahogándose con sus fracasos. Pensando en quienes
fueron y en quienes son. Necesitan liberarse del peso de su pasado y
perdonarse a sí mismos.
Y
mientras el presente refleja la evolución de Miguel y Helena,
aparentemente tan opuestos, pero con ese renacido espíritu de querer
vivir la vida. A su vez, la rememoración de sus pasados nos
sorprende con vivencias que han llevado a sus espaldas mucho tiempo.
Lo mismo que nos asombrarán algunos giros inesperados.
Además, intercalada hay otra línea argumental que sucede en Mälmo
(Suecia) donde Yasmina de 23 años, hija de inmigrantes marroquíes,
mantiene una relación con un subcomisario de la policía. Una trama
más cercana a la novela negra, que trata cuestiones candentes.
Ambos
argumentos, que nos llevan por escenarios diferentes de España y
Suecia, dan pie a temas diversos: la vejez, el Alzheimer, la soledad,
la amistad, el maltrato, el racismo, los problemas sociales, la
corrupción policial, la inmigración, la homosexualidad, la memoria
histórica, la relación padres e hijos. Y alguno más que seguro me
he dejado en el tintero. Unos tratados con más profundidad que
otros, pero todos reflejados con la misma relevancia y, desde luego,
con escenas que no dejan indiferente. Transmitiendo en cada momento
la dureza o el amor de los hechos relatados.
Y lo mejor son los personajes, tan creíbles, tan intensos. Pasando lo
mismo que con los temas, que unos tienen mayor protagonismo y otros
apenas una escena, pero cualquiera podría protagonizar su propia
novela por el peso de sus propias historias. Y es fantástico como el
autor ha ido tejiendo la conexión entre ellos, como hilo a hilo ha
ido uniéndolos hasta cerrar el círculo.
Algunas
frases del libro:
“¿Realmente
podemos separarnos de lo que nos atrapa?”
“Entre
lo dramático y lo patético hay una línea muy fina.”
“Recordar
no es malo. Significa que hemos vivido.”
“Solo
buscaba refugio en el condimento de melancolía que acompaña tan
bien los platos de la soledad: cenar sola, dormir sola, mirar sola.”
“Es
doloroso saber que los tuyos sufren y no poder hacer nada para
ahorrarles el sufrimiento.”
“Confiar
era ceder todas las fragilidades y los miedos a otra persona, ponerse
en sus manos con los ojos cerrados.”
“A
veces las personas están ligadas entre sí de un modo misterioso,
sin ni siquiera imaginarlo.”
Contracubierta
o parte de la misma:
Miguel
y Helena se conocen en una residencia de ancianos en Tarifa. Él,
exdirector de una oficina bancaria, ha confiado toda su vida en la
lógica de los números, mientras que ella lo ha fiado todo a la
intuición y al deseo de ser libre. Los dos creen haberlo vivido todo
ya, hasta que un día el dramático suicidio de un compañero de la
residencia les abre los ojos. Decidirán entonces emprender el viaje
de sus vidas, en el que descubrirán que nada es definitivo mientras
queden ilusiones que perseguir.
Mientras
tanto en la lejana ciudad sueca de Mälmo, la joven Yasmina, hija de
inmigrantes marroquíes y aspirante a cantante, vive atrapada entre
el cuidado de su autoritario abuelo Abdul, el desprecio de su madre y
el romance secreto que tiene con el subcomisario de la Policía
sueca, un hombre mayor e importante.
Otros
libros de este autor reseñados en este blog: “Un millón de gotas”
(enlace aquí) y “La víspera de casi todo” (enlace aquí)
Fotografía de la cubierta: Radovan Skohel