Libros para leer junto al fuego en invierno y a la sombra de un árbol en verano

Libros para leer junto al fuego en invierno y a la sombra de un árbol en verano

viernes, 22 de julio de 2011

LOS ACUARIOS LUMINOSOS de Sophie Bassignac

Nada mas empezar esta lectura me encuentro con la siguiente pregunta: “¿Adónde va a parar, después de nuestra muerte, todo lo que realizamos?” Esta interrogación nos deja entrever cómo es el personaje de Claire, la protagonista de esta historia, y si leemos la primera frase de la contracubierta: “una joven parisina hipocondríaca”. Podemos deducir que no nos vamos a encontrar con un personaje psicológicamente sencillo.
Claire tiene muchas fobias, como al ruido y a las enfermedades. También manías y excentricidades, como ir a los museos porque allí se calma, se siente observada por los personajes de los cuadros, pasando del mundo visible a la alucinación. Todas sus sensaciones hacen que se sienta angustiada, desquiciada, con falta de confianza en si misma, siente temblor ante la vida. Lleva diez años yendo a una psicoanalista, Mónica, a la cual la vida de Claire le resulta incomprensible y está convencida de que nunca se curará de su miedo a curarse.
También acude a un osteópata, Christian Dietrich, con quien mantuvo una relación y les ha quedado una estrecha amistad.
Tanto Mónica como Christian intentan ayudarla, pero ella es una persona a quien le cuesta relacionarse y abrirse a los demás.
Desde la infancia ha tenido estas actitudes y sus padres siempre han ejercido mucha influencia sobre ella.
Trabaja de correctora de textos para una editorial, donde su editor, Legrand, la tiene muy bien considerada, tanto que en sus conversaciones le llega a hacer confidencias personales. Su trabajo le entusiasma, y lo realiza en casa, por lo que pasa mucho tiempo sola, y desde su ventana ve transcurrir la vida de sus vecinos, le interesa observar a la gente.
La primera frase del libro dice:
“el patio del edificio recordaba un poco el de Hitchcok, pero Claire no era Grace Kelly.” Esta no es la única referencia cinematográfica y también las hay literarias.
Lleva cuatro años viviendo en ese edificio de un viejo barrio de París y conoce a casi todos sus vecinos:
El señor Lebovitz a quien considera un tipo especial que posee una intensa presencia intelectual.
Los señores Bluard, Louise y Antoine, un matrimonio ha punto de romper, con una hija pequeña, Lucie. Ésta cree que Claire es un espíritu libre que le cuenta historias muy divertidas sobre las personas del edificio.
La señora Courtois, una vieja dama elegante y etérea.
La portera chismosa.
Con todos tiene cierta relación, pero sobre todo con Ishida, un vecino japonés que lleva poco tiempo en el edificio, y con quien establece una incipiente amistad, comparten buenos momentos, conversando o sencillamente estando juntos en silencio, y aunque le parece desconcertante, se siente a gusto con él. Es una persona que deja huella en su vida.
Así transcurre el día a día en el mundo de Claire, hasta que llega un nuevo inquilino, un italiano, Paul Rosetti, y todo empezará a cambiar.
Para ser la primera novela de esta autora no está mal, pero no transmiten tanto los personajes como los de
Juntos, nada más” de Anna Gavalda (reseña aquí) ni tiene el contenido filosófico de "La elegancia del erizo" de Muriel Barbery (reseña aquí). Tres obras que tienen en común que transcurren en un edificio en París, la relación entre los vecinos y que sus autoras son francesas.
En
“Los acuarios luminosos” me ha gustado el personaje del Sr. Lebovitz, porque con las pocas referencias sobre él he sido capaz de imaginarme su vida. Y la pequeña Lucie, quien claramente representa la naturalidad de los niños.
Con respecto al título de esta novela, casi al principio explica el por qué. Pero no lo voy a contar. Para saberlo hay que leer el libro.

Algunas frases del libro:
“La increíble distancia que separa a dos seres humanos cualquiera que sea su grado de intimidad.”

“Desde la infancia tenía la costumbre de sentir, como ella decía, la vida de la gente simplemente plantándose a su lado y dejándose llevar por su existencia.”

“Era impensable interrogar a los demás, pero observarlos constituía un pozo sin fondo.”

“Claire cogió dos libros de una estantería, uno en cada mano. Hay tanta diferencia entre este y este otro como entre usted y yo. Con los libros, un día estás en Praga en 1912 con jóvenes intelectuales judíos, al siguiente en Tokio en 1823 charlando con geishas en una casa de té, en París en 1930 en los barrios residenciales o en Nueva York en 1896 en la cabeza de un joven plebeyo ambicioso... ¿Qué ser humano podría proponerme semejantes viajes, qué vida me permitiría conocer a tanta gente?”

“La diplomacia y la delicadeza de algunos niños representaban para Claire la nobleza en estado puro. Antes morir que herir. Ella no había tenido aquella grandeza de alma y volvía a verse como diligente delatora revelando a quien quisiera escucharla los pequeños defectos de sus padres o de su hermana. Había necesitado la adolescencia y la literatura para descubrir la voluptuosidad del secreto y la elegancia del silencio.”

“En los parques parisinos, los sentidos de Claire se aguzaban. En momentos así recordaba que echaba de menos la naturaleza de su infancia: la humedad del amanecer, el intenso olor de la niebla, el rocío de la mañana que desvelaba las telarañas entre las zarzas, las moscas que catalogaban el verano, la libertad en el campo, sobre su bicicleta, que conducía sin sujetar el manillar, haciendo equilibrio con las rodillas. No sentía nostalgia de nadie, solo de los decorados que tanto le habría gustado recuperar.”

Contracubierta o parte de la misma:
Una joven parisina hipocondríaca, una portera chismosa, un apuesto japonés amante del silencio, una niña de gran sensibilidad, un nuevo vecino misterioso...Corazones solitarios que se acercan unos a otros a través de la indiscreción de unos ventanales. Maniáticos, excéntricos y entrañables. Los vecinos de un inmueble de París se convierten en los protagonistas de un relato sutil y evocador acerca del individualismo en las ciudades y la sempiterna necesidad de amar.

Traducción de Rosa Alapont Calderaro

viernes, 15 de julio de 2011

EL CAZADOR DE ESTRELLAS de Ricardo Gómez

III premio Alandar

Esta historia está protagonizada por un niño de 12 años que vive en un campamento de refugiados saharauis. Bachir sufre una dolencia pulmonar que lo mantiene recluido sin salir de su jaima. Nos cuenta sus inquietudes, sus sentimientos, sus deseos, sus sueños y los de las personas que lo rodean, así vamos conociendo las costumbres y algunas de las circunstancias que han originado la situación actual del pueblo saharaui.
Este libro me ha llegado muy adentro, me ha hecho sentir el sufrimiento de este niño y me ha transmitido con mucha claridad la situación de injusticia que viven los saharauis.
Está escrito con un lenguaje muy sencillo que consigue, a pesar de la dureza que relata, una lectura agradable. He tenido la sensación de que el autor ha tratado a todos los personajes con mucha delicadeza.
El personaje de Bachir, y creo que cada personaje de esta historia, me ha enseñado mucho sobre la vida. Por la situación que vive Bachir ha aprendido a conocer el mundo a través de los sonidos y sabe que el silencio es una forma de comunicación. Piensa que sería más justo si Alá repartiese el dolor entre todos los seres humanos, a él no le importaría sufrir dos o tres horas a la semana durante toda la vida, sería mejor que estar bien durante unos meses y luego estar mal durante unas semanas. Le avergüenza no saber leer pero aún así le complace rodearse de libros que sabe que le abrirán las puertas a mundos distintos al suyo. Sus padres le han inculcado el respeto por la edad, tiene muy claro que un joven nunca puede mostrarse insolente o indiscreto al dirigirse a un anciano. Se pregunta cuando dejará de ser refugiado y podrá volver a su tierra.
Su madre, Ageila, su hermana Magali, su tío Abd’salam, su amiga Dajba, incluso su otra hermana Fiuna, le tratan con tanto cariño y de una manera tan especial que te deja la buena sensación de que Bachir tiene mucha suerte de tenerlos tan cerca. Y ya cuando aparece el personaje de Jamida, la relación que entablan, el cómo se conocen, me ha encantado. Ha habido algunas escenas que me han parecido muy tiernas y bellas.
Al final del libro están los agradecimientos donde Ricardo Gómez nos cuenta que Magali, Bachir, Ageila... son personas que ha conocido y que viven en los campos saharauis de Smara. Les ha pedido prestados no solo sus nombres, sino, en algunas ocasiones, parte de sus vidas, costumbres y desgarros, que ha pretendido dejar aquí reflejados. Los agradecimientos continúan y aconsejo leerlos, igual que el libro, porque merece la pena que no olvidemos lo que nos cuenta.
También hace mención a Gonzalo Moure que fue quien le abrió las puertas del Sáhara, este escritor que se considera ciudadano del mundo tiene mucho que enseñarnos sobre la vida que nos rodea. Su página web la podéis consultar aquí. Y una reseña en este blog sobre un libro suyo que leí hace un tiempo aquí.

Algunas frases del libro:
“Durante sus períodos de enfermedad, la tienda era su universo y Bachir era el gobernante de un territorio mullido y polícromo, con valles alfombrados, montañas de cojines y cielos de lona.”

“Bachir sentía que tenía la capacidad de ver el mundo a través de sus oídos.”

“Muchas de esas historias se contaban en la escuela, cuando las maestras trataban de que los niños no perdieran la memoria colectiva. Para Bachir, cada palabra era una confirmación de que sus abuelos y sus padres habían sufrido mucho. Más incluso que él con su enfermedad. No tenía derecho a quejarse porque, después de todo, él no tenía que preocuparse por el agua o la comida.”

“Se puede lo que se quiere, si se quiere con el corazón. Tendrías que preguntarte qué quiere tu corazón.”

“Esparcida sobre el pecho, esa esfera parecía herida, como él. También su vida estaba descompuesta. Cada pieza podía representar un pedazo de su vida: Brahim, Ageila, Fiuna, Jamida, Dajba, su enfermedad, la escuela... Si supiera atar esas piezas, la esfera podría rodar. Si supiera cómo ordenar sus sentimientos, su vida tendría algún sentido. Pero ¿cómo hacer una cosa y la otra?”

“Muchas personas en el mundo están enfermas. Es el designio de Alá, cuya razón nunca podremos conocer. Las dolencias del cuerpo no son las peores. Hay que protegerse más de las enfermedades del alma, porque hacen sufrir a los demás. La envidia, el odio, la pereza o la codicia causan en el mundo más daño que la peor de las pestes. Puede que algún día te cures del todo. Pero también puede que no. Muchas personas aprenden a convivir con su enfermedad y son mejores y más sabias que otras con el cuerpo sano. Tú no puedes conocer tu destino, pero sí puedes elegir cómo quieres ser.”

“Nuestro pueblo corre peligro, pero no por la falta de lluvia. En realidad, bastan dos hombres para matarnos de sed. Solo dos soldados pueden cerrar la llave del grifo que nos abastece, y todos comenzaríamos a morir. Eso, o que los conductores de los camiones que traen la ayuda internacional se nieguen a venir. O que algunos países dejen de ayudarnos con sus alimentos o sus medicinas.
¿Y no podemos hacer nada?
Sí, podemos gritar pidiendo auxilio.
Y luchar. Mi tío dice que podemos luchar.
Ya luchamos, cada día que pasa. Sobrevivir es nuestra forma de lucha. Solo con eso le decimos al mundo que seguimos aquí. Que se está cometiendo una gran injusticia con el pueblo saharaui.”


Contracubierta o parte de la misma:
Bachir vive en un campamento de refugiados saharauis. Una dolencia pulmonar le obliga a permanecer inválido en su tienda, desde donde escucha atentamente los sonidos que llegan hasta él. A través del oído trata de imaginar lo que sucede a su alrededor.Una noche conoce a Jamida, un sorprendente anciano, mezcla de sabio y de guerrero, con quien habla de la historia de su pueblo y del nombre de las estrellas. Ese encuentro le permitirá ver un mundo más allá de los opacos limites de su jaima.

jueves, 7 de julio de 2011

TRES AÑOS EN NUEVA YORK de Ana Galán

Con esta cubierta, este título y tras leer la contracubierta y las primeras páginas del libro, esperaba más de esta historia. Estaba preparada para recorrer Nueva York de la mano de un adolescente recién aterrizado en la gran manzana.
Para nada imaginaba que de esta ciudad apenas se hablaría, y que la novela se centraría en la actitud de un chaval de 14 años en un instituto estadounidense y su círculo de amigos.
Pero después de terminado el libro, y habiendo cambiado en mi mente la temática del mismo, ha habido partes pasables y otras que no me han gustado.
Por una parte los personajes adolescentes, empezando por el propio protagonista, Ignacio López-Lagos, que es quien narra el relato en primera persona, me han resultado poco creíbles por su forma de actuar. Tienen 14 años y ya roban coches, fuman porros, beben alcohol, se escapan de casa por la noche,... En muchos momentos la sensación es que tienen dos o tres años más.
Tampoco me han convencido las pocas referencias a los padres, quienes transmiten que son ilusos, simples y permisivos. Como cuando se van de viaje y se dejan al hijo de 14 años y la hija de 16 años solos, y supuestamente se van a quedar en casa de unos amigos, pero ni conocen a los otros padres ni hablan con ellos, y a la vuelta se encuentran la casa destrozada porque ha habido una fiesta de jóvenes, tal y como les informa la policía, y ellos se quedan convencidos que han sido unos gamberros y que sus hijos no están implicados. Y ya está no pasa nada.
En general a todos los personajes les falta fuerza, me han parecido muy superficiales.
Por otra parte me ha llamado la atención que siendo una novela juvenil, destinada a que la lean adolescentes de la edad del protagonista, en ocasiones utilice un lenguaje soez.
Y pienso que le sobran los comentarios un tanto despectivos hacia los homosexuales y la actitud machista de Ignacio.
Pero todo no va a ser negativo en este libro, tengo que destacar el que al intercalar frases en inglés, por lo menos puede servir para practicar otro idioma.
Algunas de las descripciones de la sociedad americana son bastante acertadas, se nota que la autora ha vivido en EE.UU.
También me ha llamado la atención que hace una referencia al libro “El guardián entre el centeno” de J.D. Salinger, un libro que ya comenté en el blog, y que es referente para muchos adolescentes en ese país.
Y hablando de nuevo de Ignacio López-Lagos tiene momentos en los que si refleja bastante bien los sentimientos que le producen ese cambio de vida: otro país, otro idioma, otro instituto, otros amigos, lejos de su novia y, además todo este proceso le sucede en plena adolescencia. Lo que le lleva a sentirse inseguro, a dudar de quien y como era en Madrid y quien es y como es en Nueva York. Por tanto a veces se pueden entender alguna de sus reacciones. Para él esta situación se convierte en vivir nuevas experiencias.
Resumiendo, es una novela juvenil, de lectura ágil y entretenida, con protagonistas adolescentes en Estados Unidos. Toca diversos temas, sin profundizar en ninguno, relacionados con esta edad y el instituto, así como la adaptación de una familia española en Nueva York. Podría haber sido diferente pero entonces hubiera sido otra novela.

Algunas frases del libro:
“Ésa fue una de las primeras lecciones que aprendí: en Nueva York no puedes ir por ahí pensando que la gente no entiende lo que estás diciendo. Lo más seguro es que tengas a alguien al lado que hable español.”

“Era incapaz de expresar mis ideas con mis propias palabras.” (Refiriéndose a cuando tiene que hablar en inglés)

“Me daba la sensación de que estaba perdiendo los mejores años de mi vida entre las paredes de aquella casa tan grande, en aquel pueblo tan aburrido, en medio de la nada americana.”

“A partir de ese momento mi vida en Nueva York cambió de manera radical. Pasé de ser un simple espectador que se limitaba a observar y describir las escenas y la gente que me rodeaba, a ser parte del elenco y meterme a tope en la acción. Lo que yo no sabía es que me iba a meter tan de lleno.”

“La oportunidad de vivir algo emocionante me resultaba irresistible.”

“Ya no sabía ni quién era. Sin poder evitarlo, empecé a llorar.”

Contracubierta o parte de la misma:
«¡¿Tres años en Nueva York?!» Cuando mis padres nos anunciaron a mi hermana y a mí que nos íbamos a mudar a Nueva York… ¡no me lo podía creer! ¿Qué pasaría con mis amigos? ¿Y mi equipo de fútbol? ¿Y Alejandra? No. Yo no me quería ir. Sin embargo, casi sin darme cuenta, ya estaba en mi nuevo high school, con un nuevo grupo de amigos, hablando un inglés casi perfecto… y metido en más de un lío.