Los
dos temas que trata la autora en este libro son terribles: violencia
de género y apartheid.
Sin
embargo su forma de abordarlos es simple, y esa sencillez hace que no
se convierta en una lectura dolorosa. Sino más bien abre los ojos a
una época, mediados del siglo XX. En un país, Sudáfrica. Donde
familias blancas y adineradas, como la suya, educaban a sus hijas
“para casarse con alguien rico y vivir en una casa grande con
muchos criados.”
Ambas
crecieron en ese ambiente, aunque las dos estudiaron y viajaron por
Europa, y mientras Sheila a los 17 años se marchó de Sudáfrica,
Maxine se quedó y se casó con un cirujano. Sus vidas quedaron
marcadas por la muerte de su padre, tenían 8 y 10 años, por la
actitud y ausencias de su madre, y por unos maridos que eligieron
equivocadamente. Cada una lleva su procesión por dentro pero no se
lo cuentan todo para no herir a la otra.
Este
libro es una historia real sobre la vida y muerte de la hermana de la
autora. Para Sheila el fallecimiento de su hermana Maxine es el
comienzo de su vida escribiendo. Porque escribir sobre ésto es una
especie de terapia. Desde ese momento busca respuestas a un montón
de porqués. La invaden los sentimientos de amor y de culpa, por no
haber hecho más, por no haber sabido escucharla, por no haberla
protegido.
Por
otra parte su madre sabe lo que ocurre, pero tampoco reacciona. Y
cuando ya no hay nada que hacer su decisión es evitar el escándalo,
la excusa son sus nietos, pero la realidad es que “la verdad queda
apagada, escondida, silenciada”.
En
apenas 200 páginas están los recuerdos de las vidas de las dos
hermanas, sin orden ni cronología, entremezclados en la memoria de
la autora, hasta ella misma duda de qué es recuerdo y qué es
ficción, pues lleva 30 años escribiendo sobre sus fantasmas.
Es
un relato que no deja indiferente. Contado desde la intimidad (se lo dedica a los 6 hijos de Maxine). Con
preguntas que aún buscan respuesta.
Algunas
frases del libro:
“Nos
encanta contemplar la vida por nuestra cuenta, ver el mundo como
hacíamos, de niñas, con nuestro jardín, a través del prisma de
nuestra imaginación o la de los artistas que admiramos. Estamos
ansiosas por conseguir por lo menos una ilusión efímera de
libertad. Nos encanta estar juntas. El recuerdo de esos momentos
perdidos viene a mí ahora con todo el dolor de sus intensos
detalles.”
“Le
cuento que en realidad no me siento en casa en ninguna parte, nunca,
y sin duda no en París, excepto quizá con ella, mi hermana. Maxine
asiente, dice que nadie habla el idioma que hablamos nosotras; nadie
encuentra divertidas las mismas bromas; nadie se ríe como hacemos
nosotras juntas. Nadie entiende.
El
idioma de la infancia.”
Contracubierta
o parte de la misma:
Es
la historia real de Maxine y Sheila Kohler. Criadas en la sociedad
elegante y a la vez sofocante de la Sudáfrica de los años 50,
crecen con la esperanza de una vida esplendorosa que las aleje de su
dominante madre y de la larga sombra de su difunto padre. Maxine va a
cumplir cuarenta años cuando su marido, un cirujano brillante y
respetado, se sale de la carretera en su coche y la mata.
Traducción
Mariano Antolín Rato
Imagen
de la cubierta: cortesía de la autora.
Pues aunque lo cuente con elegancia y sin ahondar en lo crudo para impactar, a mí me parece una historia muy dura. Pero la lectura es asequible teniendo el estado de ánimo adecuado. A ver si más adelante.
ResponderEliminarBesos
Estos días estoy viendo muchas lecturas ambientadas en el continente africano. Con ésta me tientas, pese a que algo dura se ve.
ResponderEliminarBesotes!!!
Ya solo el título me atrae un montón, la portada y la editorial, con la que he tenido muchos ratos buenos.
ResponderEliminarLo anoto, porque este libro se me había pasado por alto y quiero indagarlo.
Besitos.
Me interesan mucho los temas que tocan en el libro, sobre todo lo ocurrido en Sudafrica, muchas gracias por el articulo!!! saludos
ResponderEliminarpues me has despertado el interés. Lo anoto en la librera del plan infnito.
ResponderEliminarUn beso,
Ale.