La
autora de este libro encontró a su madre muerta, era el año 2008.
Así de fuerte y contundente empieza este relato autobiográfico, que
por el contenido y temas tratados consigue remover sentimientos y
emociones.
Primero
no quiso escribir sobre ella, así como tantos autores han hecho
sobre sus propias madres. Pero llegó un momento en que lo necesitó,
porque había heridas abiertas que tenían que ver con las
circunstancias de la muerte de su madre, Lucile. Y escribir podría
ayudarla a cerrarlas, como también podría contribuir a pasar el
duelo. De esta manera empezó a reconstruir la vida de su familia. Y
no fue fácil, hay momentos en que se bloqueó, que no sabía como
avanzar, tenía mucha información que le contaban sus tíos, su
hermana, pero no sabía como transcribirlo. En el fondo lo que quería
era acercarse al dolor de su madre. Pues precisamente ese dolor forjó
a Delphine y a su hermana Manon. Por tanto buscó el origen de sus
sufrimientos y la influencia que desempeñó la historia de su
familia en la forma de ser de ellas. Desde el peso que ejercieron sus
abuelos, Georges y Liane, sobre el carácter de cada hijo y de cada
nieto. Por ese motivo quería regresar al origen de las cosas no solo
por ella, sino también por sus hijos. Porque deseaba dejar de tener
miedo, pues parecía como si hubiese una maldición en la familia. De
este modo escribir sobre su madre, sobre su familia, le permite
reconstruir su propia vida. Donde también está incluida una breve
referencia a su trastorno de la conducta alimentaria (TCA), en
concreto a la anorexia que tuvo a los 19 años, y sobre la que ya
había escrito anteriormente (2001) en otro de sus libros, “Días
sin hambre” (reseña aquí).
En
esta especie de memorias familiares se remonta a 1954 cuando la
muerte empezó a formar parte de Lucile (quien entonces tenía 8
años) porque murió uno de sus hermanos de forma accidental. A
partir de ahí llegó el desastre y cada uno a su manera intentó
volver a construir su mundo. Como consecuencia hubo una mezcla de
familia feliz y devastada. Drama, alcohol, locura, suicidio son
palabras que están al mismo nivel que fiesta, spagat, esquí
naútico, en el día a día de los Poirier.
Como
curiosidad cuenta entre líneas que de pequeña Lucile se llevaba
libros a escondidas de una librería, y entonces de mayor entendió
que aquella librera que nunca le dijo nada fue quien la inició en la
lectura.
En
esta crónica familiar los recuerdos a veces confunden la realidad,
cada uno recuerda o interpreta de una manera el pasado. Pero todos
tienen en sus recuerdos: silencios, lágrimas, suspiros, risas y
confidencias.
Delphine
de Vigan ha conseguido algo muy difícil que es hablar sobre sí
misma, y lo ha hecho con mucha sinceridad, sin tapujos, sin censuras
a los ocultos secretos familiares. Tratando sobre temas delicados y
dolorosos, como los trastornos mentales, el incesto, el suicidio, y
que seguramente al ir descubriéndolos en su “investigación”
sobre su madre y demás familia, le deben haber servido para entender
el pasado y el presente de cada uno de ellos.
Algunas frases del libro:
“Mi
madre ha muerto, pero estoy trabajando con un material vivo.”
“Como sucede en muchas familias, las épocas se resumen en el lugar que las contiene.”
“Escribir sobre la familia es sin duda alguna el medio más seguro de enfadarse con ella.”
Contracubierta o parte de la misma:
Después
de encontrar a Lucile, su madre, muerta en misteriosas
circunstancias, Delphine de Vigan se convierte en una sagaz detective
dispuesta a reconstruir la vida de la desaparecida. Los cientos de
fotografías tomadas durante años, la crónica de Georges, abuelo
de Delphine, registrada en cintas de casete, las vacaciones de la
familia filmadas en súper ocho, o las conversaciones mantenidas por
la escritora con sus hermanos, son los materiales de los que se nutre
la memoria de los Poirier.
Traducción
de Juan Carlos Durán
Ilustración de la cubierta: foto Frédéric Pierret
Empecé con mal pie con esta autora porque Basada en hechos reales no me gustó y esperaba mucho. Esta novela siempre quise leerla, me gusta cómo escribe la autora y si no es tan ambigua como en el que leí creo que aún podría darle otra oportunidad. Me lo pensaré.
ResponderEliminarBesos
No me he animado aún a leer ninguno de los dos. Hay tanta expectativa puesta y hay tanta disparidad de opiniones... que no sé, no séee.
ResponderEliminarBesos.
He leído los dos libros que nombras y "Basada en hechos reales". me han gustado muchos las tres. Ese mezclar realidad y ficción hasta que se desdibujan los límites que las separan me encanta.
ResponderEliminarNo obstante "Nada se opone a la noche" es el que más me ha gustado. La vida de Licille Poirier es cuando menos apasionante. Además de muy triste, claro.
Había olvidado lo mal que me sentó en su día leer la contraportada de la novela. Lo que se puede hacer para conseguir lectores. La madre no muere "en misteriosas circunstancias" y Delphine no es ningún sagaz detective. Me encantan las buenas novelas de detectives, pero creo que esta no es una de ellas.
Muy buena reseña.
Un beso.
Todavía no me he animado con esta autora. Sus libros parecen incómodos y no termino de animarme. Pero cierta curiosidad sí tengo.
ResponderEliminarBesotes!!!
Compré este y Basada en hechos reales cuando se publicó este último; solo he leído Nadie se opone a la noche y me encantó, es un libro que te remueve algo por dentro.
ResponderEliminarUn beso
¡Hola! Ya conocía este libro y a la autora. Tiene muy buena pinta, si no lo he leído ha sido únicamente porque el tema me puede remover mucho. Igual que hay escritoras que al principio no quieren ni pueden escribir sobre sus madres, yo llevo un tiempo que no puedo leer sobre tema "madres"
ResponderEliminarEn un futuro, seguro que sí
Besos
He leído dos libros de esta autora y ambos me han mantenido en vilo hasta el final. Este en especial me estrujó el corazón.
ResponderEliminarQué duro y qué intenso este libro!! Pero vale mucho la pena su lectura. Yo lo recomiendo de corazón.
ResponderEliminarSaludos