Libros para leer junto al fuego en invierno y a la sombra de un árbol en verano

Libros para leer junto al fuego en invierno y a la sombra de un árbol en verano

martes, 18 de septiembre de 2018

EL MUSEO DE LA RENDICIÓN INCONDICIONAL de Dubravka Ugrešić

Podría ser una autobiografía o no, como ella mismo dice, pero la realidad es que la autora tuvo que irse de la antigua Yugoslavia en 1993 por motivos políticos, instalándose en los Países Bajos. Y en las páginas de este libro ha escrito una narración en primera persona con pensamientos y reflexiones sobre momentos vividos, ha reconstruido una vida a retazos. Aparentemente sin orden cronológico, pero en conjunto tiene mucho sentido. Y lo ha hecho así seguramente por algo que ella misma incluye en este libro:
en la página 25 hace referencia a una cita de Viktor Shklovsky “No tengo ganas de ser ingenioso. No quiero construir una historia. Escribiré sobre cosas y pensamientos. Como una recopilación de citas”.
Y en la página 165 dice “que la historia de una vida sacudida solo se puede contar en partes o fragmentos”.
Y la vida de la autora y la de la mujer protagonista de este libro y de mucha otra gente se vio sacudida cuando en los Balcanes la situación se fue haciendo cada vez más crítica. Se quedó sin hogar cuando tuvo que exiliarse y marchó a un Berlín que recientemente había derribado el muro, mientras en su patria crecía otro.
Refugiada en Berlín siente nostalgia, pero sobre todo soledad, en una ciudad que tiene un Este y un Oeste (las referencias a esa ciudad son muy interesantes). Mientras que por toda Europa había bosnios, croatas, serbios, con historias diferentes, pero todas eran lo mismo.
Empieza relatando de manera sencilla, en breves capítulos, dónde y cómo está en ese momento, habla de la gente que le rodea, de sus vecinos, de los compatriotas que se encuentra. De la importancia de las fotografías porque muestran los hechos de la vida. En concreto en varias ocasiones se refiere a la fotografía de la cubierta, no sabe quienes son, pero está tomada cerca de donde nació. Y esa foto la tranquiliza como el agua.
Recuerda el cuaderno de su madre y sus vivencias de la Segunda Guerra Mundial, los años de la posguerra. Dedica un capítulo entero a su abuela. Añora a sus amigas de Zagreb. Por cierto es estremecedora la carta de su amiga Hana desde Sarajevo, donde relata como vive (sobrevive) casi como una refugiada en su propia ciudad.
Hay referencias al arte y artistas, como Gerz y su monumento invisible. O en un determinado momento habla de una visita al museo de la ciudad de Berlín, donde hay expuestos objetos cotidianos de diferentes épocas. Y comenta que ellos nunca lo podrán tener porque su país ha desaparecido, y eso hace que desaparezca la memoria colectiva, y los recuerdos de lo que se ha vivido. Sin embargo se da cuenta de que cada persona tiene sus propios recuerdos, con lo cual “todos somos piezas andantes de museo” (me ha parecido una frase preciosa). Que recuerda la importancia de preservar la memoria.
Es un libro que relata de una manera muy personal una situación difícil, el exilio porque tu país está en guerra, y como se vive desde otro lugar o lugares, porque vas a la deriva con tan solo una maleta, una foto y un pasaporte con sellos de diferentes países.

Algunas frases del libro:
Sobre el general Rakko Mladić, criminal de guerra, que durante meses aniquiló Sarajevo desde los montes cercanos, se cuenta que una vez tuvo su punto de mira la casa de un conocido suyo. La historia sigue con que entonces el general telefoneó a su conocido informándole de que le concedía cinco minutos para recoger sus álbumes, porque precisamente, dijo, tenía la intención de volarle la casa por los aires. Diciendo álbumes el general pensó en los álbumes de las fotografías familiares. El criminal, que durante meses estuvo destruyendo la ciudad, las bibliotecas, los monumentos, las iglesias, las calles y los puentes, sabía que estaba destruyendo la memoria. Por eso le regaló magnánimamente a su conocido una vida con derecho a la memoria. Una vida desnuda y algunas fotografías familiares.”

Los refugiados se dividen en dos clases: aquellos con fotografías y aquellos sin fotografías, dijo un refugiado bosnio.”

Lo único que hoy poseo es una maleta. No empleo la maleta como un sustituto metafórico de la palabra exilio. La maleta es, de hecho, mi única realidad. Ni siquiera los sellos, que se multiplican en las páginas de mi pasaporte, me convencen suficientemente de la realidad de mis viajes. Sí, la maleta es mi único punto firme. Todo lo demás lo sueño o todo lo demás me sueña a mí. Lo cual ya da igual. En la maleta hay algunas cositas totalmente absurdas. Entre ellas, una fotografía antigua y amarillenta y otra vacía y sobre expuesta”

Contracubierta o parte de la misma:
En un Berlín que acoge refugiados de todas partes, y en el que los exiliados yugoslavos han sustituido la estrella de cinco puntos por la de la empresa Mercedes, una emigrante croata lucha por preservar su identidad y la memoria de un país que ya no existe.
Como fotos de un viejo álbum, la protagonista va ordenando las imágenes de su infancia en Zagreb, de su familia, de las amigas que dejó atrás, de su debilidad ante los encantos de un joven gigoló portugués. Poco a poco, se dibuja un mosaico en el que tienen cabida la historia y la añoranza del hogar, la fantasía y el arte.

Traducción de Mª Ángeles Alonso y Dragana Bajić

Fotografía de la cubierta: autor desconocido



1 comentario:

  1. Me da mucha pena la historia, no tengo cuerpo ahora para esto. Igual más adelante cuando las cosas mejoren un poco.
    Besos

    ResponderEliminar

Pido disculpas si tardo en publicar comentarios y en contestarlos. Este blog es muy importante para mí pero no lo único que hay en mi vida.
Gracias por comentar.