Podría
ser una autobiografía o no, como ella mismo dice, pero la realidad
es que la autora tuvo que irse de la antigua Yugoslavia en 1993 por
motivos políticos, instalándose en los Países Bajos. Y en las
páginas de este libro ha escrito una narración en primera persona
con pensamientos y reflexiones sobre momentos vividos, ha
reconstruido una vida a retazos. Aparentemente sin orden cronológico,
pero en conjunto tiene mucho sentido. Y lo ha hecho así seguramente
por algo que ella misma incluye en este libro:
en
la página 25 hace referencia a una cita de Viktor Shklovsky “No
tengo ganas de ser ingenioso. No quiero construir una historia.
Escribiré sobre cosas y pensamientos. Como una recopilación de
citas”.
Y
en la página 165 dice “que la historia de una vida sacudida solo
se puede contar en partes o fragmentos”.
Y
la vida de la autora y la de la mujer protagonista de este libro y de
mucha otra gente se vio sacudida cuando en los Balcanes la situación
se fue haciendo cada vez más crítica. Se quedó sin hogar cuando
tuvo que exiliarse y marchó a un Berlín que recientemente había
derribado el muro, mientras en su patria crecía otro.
Refugiada
en Berlín siente nostalgia, pero sobre todo soledad, en una ciudad
que tiene un Este y un Oeste (las referencias a esa ciudad son muy
interesantes). Mientras que por toda Europa había bosnios, croatas,
serbios, con historias diferentes, pero todas eran lo mismo.
Empieza
relatando de manera sencilla, en breves capítulos, dónde y cómo
está en ese momento, habla de la gente que le rodea, de sus vecinos,
de los compatriotas que se encuentra. De la importancia de las
fotografías porque muestran los hechos de la vida. En concreto en
varias ocasiones se refiere a la fotografía de la cubierta, no sabe
quienes son, pero está tomada cerca de donde nació. Y esa foto la
tranquiliza como el agua.
Recuerda
el cuaderno de su madre y sus vivencias de la Segunda Guerra Mundial,
los años de la posguerra. Dedica un capítulo entero a su abuela.
Añora a sus amigas de Zagreb. Por cierto es estremecedora la carta
de su amiga Hana desde Sarajevo, donde relata como vive (sobrevive)
casi como una refugiada en su propia ciudad.
Hay
referencias al arte y artistas, como Gerz y su monumento invisible. O
en un determinado momento habla de una visita al museo de la ciudad
de Berlín, donde hay expuestos objetos cotidianos de diferentes
épocas. Y comenta que ellos nunca lo podrán tener porque su país
ha desaparecido, y eso hace que desaparezca la memoria colectiva, y
los recuerdos de lo que se ha vivido. Sin embargo se da cuenta de que
cada persona tiene sus propios recuerdos, con lo cual “todos somos
piezas andantes de museo” (me ha parecido una frase preciosa). Que
recuerda la importancia de preservar la memoria.
Es
un libro que relata de una manera muy personal una situación
difícil, el exilio porque tu país está en guerra, y como se vive
desde otro lugar o lugares, porque vas a la deriva con tan solo una
maleta, una foto y un pasaporte con sellos de diferentes países.
Algunas
frases del libro:
“Sobre
el general Rakko Mladić,
criminal de guerra, que durante meses aniquiló Sarajevo desde los
montes cercanos, se cuenta que una vez tuvo su punto de mira la casa
de un conocido suyo. La historia sigue con que entonces el general
telefoneó a su conocido informándole de que le concedía cinco
minutos para recoger sus álbumes, porque precisamente, dijo, tenía
la intención de volarle la casa por los aires. Diciendo álbumes el
general pensó en los álbumes de las fotografías familiares. El
criminal, que durante meses estuvo destruyendo la ciudad, las
bibliotecas, los monumentos, las iglesias, las calles y los puentes,
sabía que estaba destruyendo la memoria. Por eso le regaló
magnánimamente a su conocido una vida con derecho a la memoria. Una
vida desnuda y algunas fotografías familiares.”
“Los
refugiados se dividen en dos clases: aquellos con fotografías y
aquellos sin fotografías, dijo un refugiado bosnio.”
“Lo
único que hoy poseo es una maleta. No empleo la maleta como un
sustituto metafórico de la palabra exilio. La maleta es, de hecho,
mi única realidad. Ni siquiera los sellos, que se multiplican en las
páginas de mi pasaporte, me convencen suficientemente de la realidad
de mis viajes. Sí, la maleta es mi único punto firme. Todo lo demás
lo sueño o todo lo demás me sueña a mí. Lo cual ya da igual. En
la maleta hay algunas cositas totalmente absurdas. Entre ellas, una
fotografía antigua y amarillenta y otra vacía y sobre expuesta”
Contracubierta
o parte de la misma:
En
un Berlín que acoge refugiados de todas partes, y en el que los
exiliados yugoslavos han sustituido la estrella de cinco puntos por
la de la empresa Mercedes, una emigrante croata lucha por preservar
su identidad y la memoria de un país que ya no existe.
Como
fotos de un viejo álbum, la protagonista va ordenando las imágenes
de su infancia en Zagreb, de su familia, de las amigas que dejó
atrás, de su debilidad ante los encantos de un joven gigoló
portugués. Poco a poco, se dibuja un mosaico en el que tienen cabida
la historia y la añoranza del hogar, la fantasía y el arte.
Traducción
de Mª Ángeles Alonso y Dragana Bajić
Fotografía de la cubierta:
autor desconocido
Me da mucha pena la historia, no tengo cuerpo ahora para esto. Igual más adelante cuando las cosas mejoren un poco.
ResponderEliminarBesos