Libros para leer junto al fuego en invierno y a la sombra de un árbol en verano

Libros para leer junto al fuego en invierno y a la sombra de un árbol en verano

miércoles, 22 de noviembre de 2017

POR ENCIMA DE LA LLUVIA de Víctor del Árbol

La estructura de esta novela está muy bien construida, con un prólogo anterior en el tiempo, que nos traslada a 1955 en Tánger. Unos capítulos donde se desarrollan las tramas, que transcurren en unos meses de 2014 en España y en Suecia. Y un epílogo con mucha sensibilidad que salta a 2017.
Víctor del Árbol ha vuelto a escribir una gran historia.
Por un lado está Miguel que con 75 años empieza a tener algunos olvidos. Tiene relación con su hija Natalia, pero las circunstancias de ella y la nueva situación de él hacen que se vaya a vivir a una residencia de ancianos en Tarifa.
Por otro lado está Helena que con 70 años ya vive en esa misma residencia. No tiene demasiada relación son su hijo David, quien vive en Mälmo (Suecia) y se comunican en contadas ocasiones por skype.
Sus situaciones personales hacen pensar en la soledad de la vejez. Pero Miguel y Helena inician una amistad que les lleva a hacerse confidencias. Ambos están marcados por recuerdos de su infancia, por circunstancias traumáticas vividas con sus madres y conviven con los fantasmas de su pasado. Que poco a poco iremos descubriendo. Son situaciones de otro tiempo, de un tiempo que no volverá, e inducen a una falta de querer seguir viviendo. Pero la trágica muerte de un compañero de la residencia, impulsa a Helena a querer vivir una última vez. Y Miguel decide emprender el viaje con ella. Son viejos pero tienen criterio y personalidad para manejar sus propias decisiones. Tienen que avanzar, seguir hacia adelante, no pueden terminar sus días ahogándose con sus fracasos. Pensando en quienes fueron y en quienes son. Necesitan liberarse del peso de su pasado y perdonarse a sí mismos.
Y mientras el presente refleja la evolución de Miguel y Helena, aparentemente tan opuestos, pero con ese renacido espíritu de querer vivir la vida. A su vez, la rememoración de sus pasados nos sorprende con vivencias que han llevado a sus espaldas mucho tiempo. Lo mismo que nos asombrarán algunos giros inesperados.
Además, intercalada hay otra línea argumental que sucede en Mälmo (Suecia) donde Yasmina de 23 años, hija de inmigrantes marroquíes, mantiene una relación con un subcomisario de la policía. Una trama más cercana a la novela negra, que trata cuestiones candentes.
Ambos argumentos, que nos llevan por escenarios diferentes de España y Suecia, dan pie a temas diversos: la vejez, el Alzheimer, la soledad, la amistad, el maltrato, el racismo, los problemas sociales, la corrupción policial, la inmigración, la homosexualidad, la memoria histórica, la relación padres e hijos. Y alguno más que seguro me he dejado en el tintero. Unos tratados con más profundidad que otros, pero todos reflejados con la misma relevancia y, desde luego, con escenas que no dejan indiferente. Transmitiendo en cada momento la dureza o el amor de los hechos relatados.
Y lo mejor son los personajes, tan creíbles, tan intensos. Pasando lo mismo que con los temas, que unos tienen mayor protagonismo y otros apenas una escena, pero cualquiera podría protagonizar su propia novela por el peso de sus propias historias. Y es fantástico como el autor ha ido tejiendo la conexión entre ellos, como hilo a hilo ha ido uniéndolos hasta cerrar el círculo.

Algunas frases del libro:
“¿Realmente podemos separarnos de lo que nos atrapa?”

“Entre lo dramático y lo patético hay una línea muy fina.”

“Recordar no es malo. Significa que hemos vivido.”

“Solo buscaba refugio en el condimento de melancolía que acompaña tan bien los platos de la soledad: cenar sola, dormir sola, mirar sola.”

“Es doloroso saber que los tuyos sufren y no poder hacer nada para ahorrarles el sufrimiento.”

“Confiar era ceder todas las fragilidades y los miedos a otra persona, ponerse en sus manos con los ojos cerrados.”

“A veces las personas están ligadas entre sí de un modo misterioso, sin ni siquiera imaginarlo.”

Contracubierta o parte de la misma:
Miguel y Helena se conocen en una residencia de ancianos en Tarifa. Él, exdirector de una oficina bancaria, ha confiado toda su vida en la lógica de los números, mientras que ella lo ha fiado todo a la intuición y al deseo de ser libre. Los dos creen haberlo vivido todo ya, hasta que un día el dramático suicidio de un compañero de la residencia les abre los ojos. Decidirán entonces emprender el viaje de sus vidas, en el que descubrirán que nada es definitivo mientras queden ilusiones que perseguir.
Mientras tanto en la lejana ciudad sueca de Mälmo, la joven Yasmina, hija de inmigrantes marroquíes y aspirante a cantante, vive atrapada entre el cuidado de su autoritario abuelo Abdul, el desprecio de su madre y el romance secreto que tiene con el subcomisario de la Policía sueca, un hombre mayor e importante.

Otros libros de este autor reseñados en este blog: “Un millón de gotas” (enlace aquí) y “La víspera de casi todo” (enlace aquí)

Fotografía de la cubierta: Radovan Skohel


viernes, 10 de noviembre de 2017

APENAS UNOS SEGUNDOS de Amparo Tórtola

Es curioso como al tener información de una novela y de su autor la lectura de la misma es diferente. Así es como entre las páginas de ésta he encontrado guiños personales de la escritora (he de decir que nos conocemos). Y me ha hecho reflexionar en cuántos libros deben tener reflejada parte de su alma los autores.
Antes de leer “Apenas unos segundos”, por una parte escuché en la radio una entrevista a Amparo Tórtola, y por otra estuve en la presentación del libro. Así que de antemano supe como surgió este relato, y según contó fue a partir de un recorte de prensa en que se hablaba del Winnipeg, el barco de la esperanza, fletado por Chile en 1939 para trasladar a exiliados españoles desde Francia bajo la gestión de Pablo Neruda. Este hecho llevó a la autora a investigar y, como ella misma explica, fue como una cesta de cerezas, que tiras de una y se enganchan otras, así se encontró con: Neruda como cónsul para la inmigración española en París (y su relación con Delia del Carril); con la maternidad de Elna y la increíble gesta de Elisabeth Eidenbenz (un episodio que habría que recuperar del olvido por todo lo que conlleva); con los cuáqueros y su labor altruista. Y documentándose rescató estos hechos históricos poco conocidos, y bajo la influencia de su faceta de periodista, escribió una crónica en la que personajes reales y ficticios se entremezclan en una época marcada por cambios políticos y sociales, donde las mujeres luchaban por sus derechos, y muchas vidas de hombres y mujeres se vieron truncadas por la Guerra Civil Española, convirtiéndose en exiliados en campos de concentración franceses, y sufriendo tremendas adversidades, incluidas las trabas para poder refugiarse en otros países (lo que me ha llevado a pensar que por desgracia actualmente las cosas no han cambiado tanto para los refugiados).
La narradora es Lucía, quien con 20 años en 1984 viaja a Chile a visitar a Delia del Carril. Y acude a ella en busca del momento en el que se le truncó la vida a su madre, Alegría. Quiere saber la verdad, resolver los interrogantes, y esa reconstrucción de su pasado le hace remontarse a los años 30 en una Valencia muy bien retratada a través de una familia burguesa, de la que forman parte su bisabuelo Eduardo (personaje a tener en cuenta por la relación padre-hija un tanto atípica en aquellos años, pero por ese mismo motivo significativa), su bisabuela Paz (polo opuesto del marido) y su abuela Guillermina (mujer luchadora y emprendedora). Por lo que parte del relato son las cuatro generaciones de mujeres, y lo que vivieron según las circunstancias de cada época, con vivencias que no dejan indiferente. Siendo a su vez destacable la valentía y decisión de todas aquellas mujeres adelantadas a su época.
El desarrollo del relato es como un puzzle donde van encajando los capítulos y sus saltos en el tiempo. Sin embargo en estos hay algunas lagunas en las vidas de los personajes, aunque es fácilmente imaginable lo que les pasó, y contrasta con las descripciones detalladas de otras partes, que recogen referencias de lugares y personas, con abundancia de datos y curiosidades, donde se aprecia el trabajo de documentación de la autora. Además me han parecido especiales ciertos momentos relacionados con los maestros y su labor, al igual que cuando acerca la lectura a las mujeres de la maternidad.
A su vez los escenarios van variando pasando por Chile, Valencia, París, Argelès-sur-Mer, Elna y el propio barco Winnipeg.
Al terminar el libro por un lado está concluida la historia de la saga de las cuatro mujeres, pero por otro deja las ganas de buscar más información sobre todo lo que tiene que ver con el Winnipeg, los exiliados y la maternidad de Elna. Y aunque esos lugares y la época nos lleven a relacionarlos con la guerra, no es ese el tema, sino cada una de las historias personales y los sentimientos de los diferentes personajes, como la necesidad que tiene Lucía de conocer su pasado y el de su madre Alegría, para saber quien es, porque “somos quienes somos por lo que hemos vivido, reído y llorado.”

Algunas frases del libro:
“Es difícil saber a dónde quieres ir si no sabes ni de dónde vienes.”

“Lo mejor de todo era volver a sentirse personas, tratadas como seres humanos, dignamente, con afecto, respeto y educación.”

Contracubierta o parte de la misma:
Cuatro mujeres unidas por las redes inquebrantables del amor y del odio tejen una historia de dolor y alegría, de desaliento y esperanza. Sus recorridos vitales son consecuencia de las épocas que les tocó vivir. La Valencia de los años treinta, los campos de concentración del sur de Francia, la maternidad de Elna, el barco Winnipeg, el Chile de acogida, los años 80' de la movida madrileña. ¿Cómo entender el presente si ignoramos el pasado? ¿Somos conscientes de que todo en la vida, lo mejor y lo peor, sucede en apenas unos segundos?



jueves, 2 de noviembre de 2017

VAMOS A CALENTAR EL SOL de José Mauro de Vasconcelos

Hace unos años leí de este autor el libro “Mi planta de naranja lima” (reseña aquí), una historia dura, a la vez que llena de ternura, que me transmitió muchas emociones, e hizo que su protagonista, Zezé, un niño de 5 años, se quedase en mi corazón para siempre. Ahora una muy buena amiga me ha regalado la continuación a ese relato de la vida de Zezé, quien ya tiene 11 años y se acerca a la adolescencia.
Por tanto ha perdido la inocencia y naturalidad que tenía de tan pequeño, pero continua refugiándose en su imaginación para sobrevivir a todas sus inquietudes, encontrando esta vez cobijo en un sapo cururú, en el actor Maurice Chevalier y en el personaje de Tarzán. A la vez que tiene el apoyo real del hermano Fayolle, quien le escucha y le entiende porque sabe que no tiene maldad en el corazón.
La tristeza, el sufrimiento interior e infravalorarse son cuestiones que marcan su existencia, potenciadas porque le siguen considerando revoltoso y tiene fama de ser compañero del diablo. De ahí ese amparo que busca y encuentra en sus sueños de infancia mientras madura su corazón de niño.
El como José Mauro de Vasconcelos, basándose en su propia experiencia, transmite y enseña al mundo la vida de un niño en Brasil a mediados del siglo XX, mostrándonos sus sentimientos, sus nostalgias, sus formas de transformar la realidad, para con sus sueños ser feliz, mientras comparte momentos tan bellos como cuando Zezé reconoce que “un sol de alegría aparece siempre en mí.” Es parte de la maravilla de esta historia, en la que además seremos testigos de como crece y va pasando de esa edad, en la que todos los sueños son una realidad, a avanzar y descubrir la vida él solo.

Algunas frases del libro:
“El amor es lo más hermoso que existe en la vida.”

“Aprovecha la vida. Mientras tengas sueños en el corazón, procura conservarlos.”

Contracubierta o parte de la misma:
Zezé, el protagonista de “Vamos a calentar el sol”, es un niño brasileño que de pequeño quería ser poeta y llevar corbata de lazo. Ha pasado algún tiempo desde que lo conocimos en “Mi planta de naranja lima”, se ha ido a estudiar a Natal, donde una familia lo ha acogido, y ahora sólo piensa en aplicarse en el colegio para algún día poder ayudar a sus padres y hermanos.
Aunque él crea que es un niño muy serio, en el fondo sigue siendo un travieso con un corazón de oro y una imaginación desbordante. Sus confidentes son el sapo Adán y sus dos héroes de celuloide: Maurice Chevalier y Tarzán. En ellos, y en un bondadoso profesor del colegio Santo Antônio, encontrará la fuerza que le falta para sobreponerse a la nostalgia y salir airoso –si es posible– de tanta travesura.

Traducción de Carlos Manzano

Fotografía de la cubierta: Elisa Mariela Rodriguez Morales