Libros para leer junto al fuego en invierno y a la sombra de un árbol en verano

Libros para leer junto al fuego en invierno y a la sombra de un árbol en verano

viernes, 27 de enero de 2012

ISOLA de Isabel Abedi


Colaboro en la biblioteca de un colegio de Secundaria y Bachillerato, por este motivo, de vez en cuando, aparecen lecturas juveniles en este blog. En una de las librerías donde compramos los libros una de las dependientas nos hace unas recomendaciones estupendas, se nota que está al día en literatura juvenil, aparte de la información que obtiene por las ventas y por lo que piden los clientes (mayormente jóvenes), es una gran lectora, y nos aconseja con su propia opinión. Este libro fue una de sus recomendaciones.
Es un thriller psicológico narrado en primera persona alternando con un narrador en tercera persona.
Un director de cine va a rodar una película en una pequeña isla desierta frente a la costa de Brasil, los protagonistas son doce jóvenes, seis chicos y seis chicas, entre 16 y 19 años, procedentes de Alemania. Pero es un rodaje especial, la isla está plagada de cámaras diminutas que no serán visibles, a modo de reality show. El director vigilará los monitores desde la isla vecina junto a un ayudante, de lo que ocurra se hará una película. No hay guión ni plan de rodaje, lo que se pretende con el proyecto es que sean ellos mismos o cualquier otro. Cada uno de los jóvenes serán los artífices de su propia película, ellos mismos crearán el argumento y, con ello, el papel que cada uno adoptará en la isla.
Aunque conoceremos el nombre de los doce jóvenes sólo sabremos algo más de alguno de ellos. Aquí es donde unos personajes toman protagonismo y otros son un nombre más. Supongo que haber profundizado en los doce hubiera hecho la novela mucho más extensa, y la autora ha preferido darnos a conocer sólo a unos pocos.
La narración en primera persona la hace Vera, una muchacha con un pasado lleno de nostalgia y con un único deseo desde que era pequeña. Su personaje consigue transmitirnos ese sueño y hacernos partícipes. A través de sus pensamientos y vivencias conoceremos que sucede en la isla, ese lugar donde van a estar aislados del resto del mundo durante tres semanas. Un tiempo que transcurrirá de forma diferente, para ella el tiempo más largo de su vida, porque va a vivir entre dos realidades, el resto del mundo y la isla. Continuamente se pregunta ¿qué estaba haciendo allí? Se siente sola y extraña entre el grupo. Reconoce que ella misma es su mayor problema. Ansía no pensar más y sentir de una vez.
También iremos conociendo a Solo, un muchacho solitario, al que iremos conociendo muy poco a poco, casi hasta el final tendremos la incertidumbre de saber por qué es así.
Del resto de personajes sabremos apenas algunos datos, a mi me hubiera gustado conocer un poco más a la misteriosa Moon.
La tensión comienza cuando la novela está algo avanzada y la crea un juego un tanto especial e inocente que no lo será tanto.
Como he comentado al principio es una novela juvenil y, como consecuencia, la inclusión en el género thriller psicológico queda algo light si la leemos los adultos, pero para introducir a los más jóvenes en este tipo de lectura contiene los ingredientes necesarios. Y este último apunte es el que considero importante, enganchar a la lectura en la adolescencia.

Algunas frases del libro:
“En su sonrisa había soledad.”

“Había imaginado ese momento miles de veces, pero nada me habría podido preparar para lo que sentí cuando llegó.”

“Cuando recuerdo ahora nuestro viaje por Río lo veo como una serie de imágenes pasando muy deprisa ante mí; imágenes inquietantes, palpitantes, fugaces, como si fuera un vídeo musical de ritmo trepidante. Eran imágenes que me hacían daño en los ojos, que no podía asimilar porque eran demasiadas, demasiadas a la vez, demasiados colores, demasiada luz, demasiados contrastes y muy cerca, demasiado cerca de mí.”

“Lo miré directamente a los ojos y en ese momento tuve claro que no es necesario conocer a una persona para enamorarse de ella.”

Contracubierta o parte de la misma:
Doce jóvenes. Una isla desierta.
Tres objetos que pueden llevar consigo.
Y numerosas cámaras que les observan...
“Podría haber salido corriendo. Todavía hoy vuelve a menudo esta idea a mi cabeza. Podría haberme alejado del grupo sin que nadie se diera cuenta, hubo suficientes ocasiones para hacerlo. Pero ¿habría cambiado eso algo? ¿Se habría suspendido el proyecto? ¿Se habría evitado el derramamiento de sangre? No tiene ningún sentido hacerse esas preguntas, lo sé. Pero las preguntas no lo saben. Ellas llegan sin avisar, sin informarse antes de si lo hacen en el momento adecuado.”

Traducción de Carmen Bas Álvarez


lunes, 16 de enero de 2012

TOKIO BLUES de Haruki Murakami


Mi asignatura pendiente, en cuanto a lectura, es la literatura japonesa, muy pocos son los escritores de este país que he leído a lo largo de mi vida. Y no será por recomendaciones, sobre todo, de algunos blogs literarios que hablan verdaderas maravillas de los autores nipones, y que han influido de manera muy positiva a animarme con uno de ellos. Y por qué ahora, pues supongo que porque todo llega en esta vida, y en este momento, tal vez porque acaba de empezar el año, tocaba este buen propósito. Y qué bueno que ha sido, he disfrutado de esta novela al 100 x 100. Las continuas referencias musicales, literarias, cinematográficas y culinarias, junto a las descripciones detalladas de los paisajes y lugares, han contribuido a que mis cinco sentidos estuvieran activos durante toda la lectura. Con el añadido de que es un libro que transmite muchos sentimientos y emociones, que trata temas como el amor y la muerte, tan importantes y cercanos, con muchas frases para pensar y reflexionar. Escrito con un lenguaje directo y natural, llamando a todo por su nombre. Acercándonos a cada personaje en su presente y en su pasado. Dejando una sensación dulce y cálida, donde la nostalgia y la tristeza nos llegan directamente al corazón. Me ha encantado descubrir a Murakami.
Qué decir sin desvelar demasiado de la trama, el personaje principal es Watanabe, que con casi cuarenta años recuerda, tras escuchar la canción Norwegian wood de los Beatles mientras su avión aterriza en Alemania, una parte de su vida, desde los 17 a los 20 años, una época, los años 60, que por una serie de hechos que sucedieron marcaron su carácter para siempre. Así pues el relato se desarrolla en aquellos tres años. Con sus recuerdos nos hace partícipes de sus sentimientos, inquietudes y pensamientos. A raíz del suicidio de Kizuki, su mejor amigo, con 17 años, se siente incapaz de hallar su propio espacio en el mundo que le rodea, necesita empezar una nueva vida en un lugar donde no le conociera nadie y se traslada a Tokio a estudiar en la Universidad. Este suceso marca un antes y un después. Estaba en la plenitud de la vida y todo giraba entorno a la muerte. Siente que cuando la muerte se llevó a su amigo también se llevó una parte de él.
Pero el tema de la muerte no es el único que le influye a Watanabe en su vida, también está el amor. En estos años de juventud son, principalmente, dos mujeres quienes formarán parte de su corazón.
Por una parte está Naoko, fue novia de Kizuki, y con ella puede compartir los recuerdos de su amigo, es la única capaz de comprenderlo. Pero es una relación complicada, las circunstancias han hecho que sea así. Además vivió otro suceso importante durante su infancia, y ambos hechos le han provocado un estado emocional inestable, teniendo que ingresar en un centro de reposo, sintiéndose arropada por las tinieblas de su pequeño y extraño mundo. Naoko y Watanabe desde el principio estuvieron unidos en la frontera entre la vida y la muerte.
Por otra parte está Midori, conoce a Watanabe en la Universidad, y entre ellos surge la amistad, cada uno pasa por un momento especial en sus vidas, y de manera muy natural y espontánea se apoyan. A ella le cuesta expresar sus sentimientos con palabras, a pesar de los extrovertida que es, mientras que para él su existencia le ha ocupado un gran espacio en el corazón sin apenas darse cuenta.
Hay otros personajes que comparten estos años con Watanabe, tenemos a Nagasawa, un compañero de la Universidad, tienen en común el mismo gusto por la lectura y poco más, aunque de vez en cuando hacen salidas nocturnas, donde el sexo con diferentes mujeres toma protagonismo. Su personalidad es muy diferente, lo que imprime un contrapunto interesante.
Y Reiko, una mujer veinte años mayor que él, compañera de Naoko en el centro de reposo. Fue profesora de música y ahora sólo le queda su guitarra. Su pasado le cambió la vida y lucha por recuperar su estado mental. Apoya a Naoko y a Watanabe.
“Tokio blues. Norwegian wood”, seguramente no sea el mejor libro de Murakami o por lo menos no en el que encontraremos al auténtico, según he leído en algunos medios, pero para mi si ha sido un buen comienzo con este autor. Una novela donde las primeras páginas pueden desconcertar un poco, pero que cuando comienza el desarrollo principal de la historia el autor consigue meterte de lleno en ella. La muerte, el amor, el sexo, la nostalgia, la melancolía, la soledad, presentes en todo momento, nos llevarán junto a los personajes a vivir esos momentos de encuentros y desencuentros durante todo el libro, acompañados con una banda sonora capitaneada por Norwegian wood.

Algunas frases del libro:
“Contemplé las nubes oscuras que cubrían el Mar del Norte, pensé en la infinidad de cosas que había perdido en el curso de mi vida. Pensé en el tiempo perdido, en las personas que habían muerto, en las que me habían abandonado, en los sentimientos que jamás volverían.”

“Pero lo cierto es que mi memoria se ha ido alejando de aquel prado y son muchas las cosas que he olvidado. Al escribir así, persiguiendo mis recuerdos, a menudo me asalta una inseguridad terrible. ¿No estaré olvidando la parte más importante? ¿Acaso existe en mi cuerpo una especie de limbo de la memoria donde todos los recuerdos cruciales van acumulándose y convirtiéndose en lodo?”

“Me admira la gran diversidad de deseos y objetivos que pretende alcanzar el ser humano.”

“La muerte no existe en contraposición a la vida sino como parte de ella.”

“Aún después de que la luciérnaga hubiera desaparecido, el rastro de su luz permaneció largo tiempo en mi interior. Aquella pequeña llama, semejante a un alma que hubiese perdido su destino, siguió errando eternamente en la oscuridad de mis ojos cerrados. Alargué la mano repetidas veces hacia esa oscuridad. Pero no pude tocarla. La tenue luz quedaba más allá de las yemas de mis dedos.”

“El tiempo te ayuda a reflexionar sobre las acciones del pasado.”

 “La muerte no se opone a la vida, la muerte está incluida en nuestra vida.”

Contracubierta o parte de la misma:
El amor y la muerte son para Watanabe dos caras de la misma moneda. Tras vadear en profundidad los meandros de su compañera Nakao, tocar de cerca un corazón ajeno, abrazar la delicada materia de la que están hechos los sentimientos, era inevitable que así fuera. Porque amar a otro es siempre morir un poco uno mismo.

Solapa:
Creía amarla, pero el pasado era un recordatorio palmario y perpetuo de sus carencias mutuas, y el presente, apenas un pozo en el que tirar recuerdos y sueños y mirar cómo caían hacia el fondo, lenta pero inexorablemente. Ella, Naoko, había sido la novia de su mejor amigo, Kizuki, hasta que éste se suicidó; y él Watanabe, se arrastró desde entonces hacia un territorio a medio camino entre el deseo y la inercia. Allí se habían encontrado, en el campo abierto de la locura y la verdad desnuda, con una aceptación impuesta y a ratos desesperada, esquivando los miedos y deslizándose de puntillas sobre su amor, hasta que Naoko fue internada en un centro de reposo, en un intento para preservar los últimos lazos que la unían a la realidad.
Para Watanabe, a partir de entonces los días discurrirán entre su vida universitaria en Tokio, a la que nunca dejará de sentirse ajeno, sus lecturas y el ritmo regular y constante de sus pensamientos, empecinados en recrear sin descanso los acontecimientos más nimios, los personajes más accidentales. Y si las cartas de Naoko, escasas y exiguas, no logran rescatarlo de su soledad, el verbo fácil y transparente de Midori, caída como del cielo en el campo de acción de su fuerza gravitatoria, se convertirá en el espejo donde la realidad empiece por fin a adquirir consistencia.

Traducción de Lourdes Porta

lunes, 9 de enero de 2012

EN EL CAFÉ DE LA JUVENTUD PERDIDA de Patrick Modiano


Una novela que gira entorno a un personaje, una mujer, renombrada como Louki, a quien conoceremos a través de la visión que tienen de ella otros personajes que en algún momento se cruzaron en su vida y en quienes dejó huella. Estos hombres, a modo de narradores, relatan como la conocieron y como piensan que era, por tanto muchos de los datos que sabremos serán suposiciones, pero nos servirán para profundizar en la compleja personalidad de esta misteriosa joven.
La historia se desarrolla en el París de los años 60. El café Le Condé representa un lugar de encuentro para gentes que vivían a la sombra de la literatura y de las artes, un refugio contra todo lo que preveían que traería la grisura de la vida, donde algunos dejarían una parte de sí mismos, seguramente la mejor. Aquí es donde Louki, una joven sin raíces en la vida, sola en el mundo, se refugia como si quisiera huir de algo o escapar de un peligro. Ha roto con toda una parte de su vida, siente la necesidad de respirar aire libre y quiere poner fin a su soledad. Se siente sorprendida cuando descubre que era algo permitido eso de confiarse, de hablar de uno mismo. Cuando se da cuenta que alguien, enfrente de ti, se interesa por lo que haces y dices. Estaba tan poco acostumbrada a una situación así que no encontraba palabras para contestar.
Su infancia y adolescencia son claves para conocer su personalidad, que denota tristeza, y en parte la sabremos a través de su propia narración, porque ella también es narradora de uno de los capítulos. Este hecho me ha sorprendido bastante porque el libro dividido en capítulos, sin número ni título, comienza con un primer narrador, un estudiante que es quién primero nos habla de ella, en el segundo capítulo el siguiente narrador es un hombre que se hace pasar por editor, pero en el tercer capítulo es ella misma la narradora, y se rompe esa estructura de ser otros personajes quienes son el hilo conductor de la narración. Para volver en el cuarto capítulo a ser otro personaje, Roland, el narrador. Pero si nos olvidamos de la forma, lo importante es el conjunto y como cada uno de los personajes que van apareciendo son parte esencial para meternos en la piel de Louki y compartir con ella su búsqueda de identidad. Incluso los que apenas aparecen, como un librero que forma parte de una etapa de su vida y que siempre le decía: “¿Qué? ¿Encuentra algo que la haga feliz?”
Aunque, como le sucede al estudiante, muchas preguntas se me han quedado sin respuesta.
Me ha gustado esta novela por el estilo narrativo de Modiano, callejear por las calles de ese París bohemio de los años 60, y la sensación de nostalgia y melancolía que transmite, así como ese haz de misterio que me ha mantenido en vilo hasta el final.
Un autor y un libro que he conocido gracias a otros blogs, como el de Carol, y al que espero continuar leyendo.

Algunas frases del libro:
“Según iba cayendo el día, se convertía en el punto de cita de eso que un filósofo sentimental llamaba la juventud perdida.”

“Siempre he creído que hay lugares que son imanes y te atraen si pasas por las inmediaciones. Y eso de forma imperceptible, sin que te lo malicies siquiera. Basta con una calle en cuesta, con una acera al sol, o con una acera a la sombra. O con un chaparrón. Y te llevan a ese lugar, al punto preciso en el que debías encallar.”

“Creo que no leíamos esas obras de la misma forma. Ella tenía la esperanza de descubrirle un sentido a la vida en ellas, mientras que a mí lo que me cautivaba era la sonoridad de las palabras y la música de las frases.”

“Cuando de verdad queremos a una persona, hay que aceptar la parte de misterio que hay en ella... Porque por eso es por lo que la queremos.”

“A veces se te oprime el corazón cuando piensas en las cosas que habrían podido ser y que no fueron.”

“A veces, nos acordamos de algunos episodios de nuestra vida y necesitamos pruebas para tener la completa seguridad de que no lo hemos soñado.”

Contracubierta o parte de la misma:
París, años 60. En el café Condé se reúnen poetas malditos, futuros situacionistas, y estudiantes fascinados por la bohemia parisina. Y aunque la nostalgia de aquellos años perdidos parecería ser el tema central de la novela, Modiano le da un giro sorprendente. Porque “En el café de la juventud perdida” es también una novela de misterio. Todos los personajes, todas las historias, confluyen en la enigmática Louki. Cuatro hombres nos cuentan sus encuentros y desencuentros con la hija de una trabajadora del Moulin-Rouge. Algunos la buscan, otros la aman, y para casi todos ellos la chica encarna el inalcanzable objeto del deseo.

Traducción de María Teresa Gallego Urrutia

lunes, 2 de enero de 2012

LOS MISTERIOS DE MADRID de Antonio Muñoz Molina


Lorenzo Quesada, más conocido por Lorencito, es un personaje singular y sensible, de unos 40 años, vive con su madre y trabaja de dependiente en los almacenes El Sistema Métrico, en Mágina, un pueblo de Andalucía, y en sus ratos libres ejerce de corresponsal en el diario Singladura. Se siente un reportero audaz y autodidacta.
Don Sebastián Gualimar, multimillonario, aristócrata y presidente de la cofradía del Santo Cristo de la Greña, le encarga que encuentre la imagen del Santo Cristo de la Greña que ha sido robada. No quiere que intervenga la policía y considera que Lorencito es un hombre de mundo, acostumbrado a viajar y que domina varios idiomas. Ante estos elogios el propio Lorenzo se olvida de que no habla idiomas y que no ha salido de su pueblo más de tres veces en su vida. Y se embarca en un viaje lleno de aventuras y desventuras.
Aquí comienza la andanza que le llevará a Madrid, donde recorrerá los bajos fondos intentando recuperar la imagen sustraída, y se verá envuelto en un misterio que tendrá que resolver. Vivirá situaciones disparatadas y conocerá variopintos personajes. Su débil carácter se verá fortalecido, en una ciudad que le parece incomprensible, que en cada situación que va viviendo le asombra más, donde lo asaltan sombríos presagios, pero hay momentos en la vida en que un hombre debe jugárselo todo a una sola carta. “Si es culpable lo desenmascararé. Pero si es inocente no descansaré hasta demostrarlo.”
Un relato detectivesco que, aunque transcurre en apenas tres días, nos pasea por el Madrid de los años 90 visto a través de los ojos del protagonista, quién nos da su propia visión urbana y humana. El autor nos muestra la sociedad de la época con un punto irónico.

Algunas frases del libro:
“Consideró que era vital no destruir ninguna prueba, ni las que parecieran menos importantes, pues con frecuencia son éstas las que sirven para averiguar la clave de un enigma.”

“Aquella veloz travesía nocturna de Madrid al mismo tiempo le daba miedo y lo excitaba: el sentimiento del peligro era tan intenso como el de una avidez colectiva que se le contagiaba nada más que respirando el aire frío de la noche y oyendo las carcajadas y la música que fluían de los bares abiertos.”

“Todo se le quedó grabado, como él dice, en su retina, en su memoria fotográfica, pero aunque se pasara horas queriendo recordarlo jamás agotaría la formidable enumeración de aquella babel de razas, de desperdicios y tesoros en medio de la cual navegaba corriente arriba por la Ribera de Curtidores, sabiéndose al mismo tiempo perseguidor y perseguido, en una mañana desapacible de finales de marzo en la que el viento agitaba los toldos y los géneros multicolores de los puestos de ropa y el sol aparecía y desaparecía entre las ramas umbrosas de los castaños de Indias, sobre una muchedumbre que estrujaba y entorpecía a Lorencito como las lianas de una selva, en un desbarajuste comparable al del pueblo de Israel cuando se reúne en “Los diez mandamientos” para abandonar Egipto a las órdenes de Charlton Heston.”

Contracubierta o parte de la misma:
Un Madrid a principios de los noventa, convertido en un escenario a la vez muy preciso y fantasmagórico. Una peripecia detectivesca en la que Muñoz Molina otorga un papel preponderante a un registro irónico que convierte a este relato de aventuras y desventuras en una versión actual del “Cándido” de Voltaire.


Nota: Esta novela se publicó por capítulos en el diario El País entre el 11 de agosto y el 7 de septiembre de 1992.