Libros para leer junto al fuego en invierno y a la sombra de un árbol en verano

Libros para leer junto al fuego en invierno y a la sombra de un árbol en verano

miércoles, 26 de noviembre de 2014

PALMERAS EN LA NIEVE de Luz Gabás

Es una de esas novelas que reúne los ingredientes necesarios para engancharte a su lectura, secretos familiares, romance, dos espacios temporales, historia de Guinea Ecuatorial, colonos y nativos. Consiguiendo una estupenda combinación de géneros. Más una narración con descripciones minuciosas y detalladas que recrean una buena ambientación de los lugares y de los personajes.
Entre realidad y ficción, pues al final del libro hay una explicación de la autora sobre dónde se ha documentado y el por qué lo ha escrito. Nos hace viajar desde un pequeño pueblo del Pirineo a una pequeña isla de África para terminar de nuevo en la montaña. ¿O fue de una pequeña isla de África a un pequeño pueblo del Pirineo para terminar de nuevo en el mar? Clarence, nieta, hija y sobrina de coloniales había escuchado cientos de historias de la vida de los hombres de Casa Rabaltué en tierras lejanas, Antón, Jacobo y Kilian. Ha crecido marcada por ese pequeño y lejano lugar incluso sin haber vivido allí. Atraída por la curiosidad de leer las intimidades de aquellos que todavía vivían, por la casualidad de encontrar un pedazo de papel y por unas palabras de Julia, una vieja amiga de su padre y su tío, la empujan a viajar a uno de sus sueños. De Pasolobino a la isla de Fernando Poo. En una aventura para descubrir su pasado e intentar entender la huella tan profunda que dejó a esos hombres de montaña vivir entre tornados tropicales, haciéndolos simples y complejos, enigmáticos y transparentes, como lo es esa isla.
Desde la primera página me atrapó la curiosidad, y sin poder evitarlo me adentré en esta historia intentando descubrir el secreto familiar y el pasado de los personajes. Habiéndoseme hecho una lectura amena, también motivada por los saltos en el tiempo, así como por la alternancia entre Guinea Ecuatorial y un pueblo de Los Pirineos, destacando el contraste geográfico y cultural que suponen estos lugares.
La autora ha conseguido por un parte que disfrute de la lectura gracias a la combinación de elementos que comento al principio, y por otra parte ha hecho que busque más información sobre la época colonial. Es lo bueno de este tipo de novelas, te acercan un trocito de historia, dejándote con ganas de conocer un poco más. Si tú también tienes deseos de saber por qué la isla de Fernando Poo y Pasolobino están tan lejos o tan cerca, tendrás que sumergirte entre las páginas de este libro.

Algunas frases del libro:
“Sonrió al imaginarse a esos hombres rudos y cerrados de la montaña, de carácter taciturno y serio, poco expresivos y acostumbrados a una gama cromática limitada al blanco de la nieve, al verde de los pastos y al gris de las piedras, descubriendo los colores llamativos del trópico, las oscuras pieles de los cuerpos semidesnudos, las construcciones livianas y la caricia de la brisa del mar.”

“A veces también es necesario saber preguntar, que no basta con creerse a pies juntillas todo lo que nos dicen.”

“No puedo decirte ni cómo ni cuándo, pero llegará un día en que esta pequeña isla se apoderará de ti y desearás no abandonarla... No conozco a nadie que se haya marchado sin derramar lágrimas de desconsuelo.”

Contracubierta o parte de la misma:
Es 1953 y Kilian abandona la nieve de la montaña oscense para iniciar junto con su hermano, Jacobo, el viaje de ida hacia una tierra desconocida, lejana y exótica, la isla de Fernando Poo. Allí los espera su padre, un veterano de la finca Sampaka, el lugar donde se cultiva y tuesta uno de los mejores cacaos del mundo.
En esa tierra cálida y voluptuosa, los jóvenes hermanos descubren la ligereza de la vida social de la colonia en comparación con una España encorsetada y gris; comparten el duro trabajo necesario para conseguir el cacao perfecto de la finca Sampaka; aprenden las diferencias y similitudes culturales entre coloniales y autóctonos; y conocen el significado de la amistad, la pasión, el amor y el odio. Pero uno de ellos cruzará la línea prohibida e invisible y se enamorará perdidamente de una nativa. Desde entonces, el curso de sus vidas cambiará, y nacerá un secreto cuyas consecuencias alcanzarán el presente.
En el año 2003, Clarence, hija y sobrina de ese par de hermanos, llevada por la curiosidad, se zambulle en su ruinoso pasado y descubre los hilos polvorientos de ese secreto que finalmente será desentrañado.

Fotografía de la mujer de la cubierta: Clayton Bastiani / Trevilion Images
Imágenes del interior de la cubierta: archivo familiar de la autora

jueves, 20 de noviembre de 2014

LA NOVIA DE MATISSE de Manuel Vicent

Entre Madrid, París y Nueva York, en la década de los 90 del siglo XX, cuando la compraventa de arte se disparó y fueron en alce las subastas, los personajes de esta novela,  Michel, Julia y Luis, se movían entre el arte, la belleza y el dinero. Éstos representan por orden: como de la nada con “buen arte” se llega a lo más alto en el mundillo del mercado del arte, como de la ignorancia y la rutina se pasa a la pasión por el arte y el propio cuerpo, como de tenerlo todo en los negocios con la crisis lleva a perderlo.
Manuel Vicent, quién fue dueño de una galería de arte varios años, hace un retrato del mundo del arte, del negocio que supone y los tejemanejes, la especulación con las obras, la función de los marchantes, de los coleccionistas, de los corredores de cuadros, de los críticos, de la vida bohemia de los artistas, de las modelos. Haciendo guiños a artistas, obras y demás personajes relacionados con este mundillo, como Giacometti, Picasso, Modigliani, Beppo o Matisse. También hace guiños a grandes escritores.
Trata el tema de la belleza de la mujer, de los cuadros, del descubrimiento y la pasión por el arte y la influencia que puede llegar a tener sobre una persona, de su poder curativo.
Combinando todo lo anterior con el morbo de un triángulo amoroso, con una proposición que incluye la infidelidad y el anuncio de un terrible desenlace.
La cubierta del libro es un detalle del cuadro “La alegría de vivir” de Henri Matisse, que está en The Barnes Foundation, Pennsylvania.
Si nunca has leído a este autor creo que mejor no empieces por esta novela, de todas las que he leído de este autor es la que menos me ha gustado, antes recomendaría “Tranvía a la Malvarrosa”, “Son de mar” (premio Alfaguara de novela 1999), “Verás el cielo abierto” o “León de ojos verdes” (reseña aquí). Y si tras estas lecturas conectas con su escritura, sus emociones, su nostalgia o sus críticas, entonces continua sumergiéndote por las páginas de libros como éste que he comentado, así como “La balada de Caín” (premio Nadal 1986), “El jardín de villa Valeria” o sus artículos periodísticos.

Algunas frases del libro:
“Los cuadros tienen siempre un valor relativo, liberan una energía estética y monetaria según el lugar donde se hallen.”

“Una gran pieza de arte puede recorrer oscuros laberintos antes de llegar a la pared del último coleccionista donde finalmente reposará después de un fatigoso camino a lo largo del cual mucha gente habrá logrado nutrirse de su energía.”

Contracubierta o parte de la misma:
El mundo de la pintura, de los marchantes, de los coleccionistas y ladrones de museos es un laberinto fascinante regido por el poder de la belleza que puede salvar o destruir a cualquier amante. La energía de una obra de arte nunca desaparece, sólo se transforma. ¿En qué cambiaría “La piedad” de Miguel Ángel si en lugar de ser venerada en la basílica de San Pedro fuera admirada en el Louvre? Pero la belleza también arrastra maleficios, sobre todo cuando te obliga a vivir más allá de la propia seducción. Sobre el desnudo de la adolescente que contempla la danza en el cuadro “La alegría de vivir” de Matisse, he elaborado la historia amorosa de una mujer cuyo destino consiste en unir la belleza, el placer y la inmortalidad en un instante feliz que está también al alcance de cualquier lector.