Libros para leer junto al fuego en invierno y a la sombra de un árbol en verano

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miércoles, 29 de junio de 2011

UN VIEJO QUE LEÍA NOVELAS DE AMOR de Luis Sepúlveda

Premio Tigre Juan 1988

Es una historia corta pero intensa, ágil de lectura pero con frases que te hacen parar a reflexionar, llena de sentimientos pero con una parte de aventuras.
Este libro es un elogio a la naturaleza, un homenaje al Amazonas.
Al principio del libro hay una nota del autor que dice:

"Cuando esta novela era leída en Oviedo por los integrantes del jurado que pocos días más tarde le otorgaría el Premio Tigre Juan, a muchos miles de kilómetros de distancia e ignominia una banda de asesinos armados y pagados por otros criminales mayores, de los que llevan trajes bien cortados, uñas cuidadas y dicen actuar en nombre del progreso, terminaba con la vida de uno de los más preclaros defensores de la amazonía, y una de las figuras más destacadas y consecuentes del Movimiento Ecológico Universal.Esta novela nunca llegará a sus manos, Chico Mendes, querido amigo de pocas palabras y muchas acciones, pero el Premio Tigre Juan es también tuyo, y de todos los que continuarán tu camino, nuestro camino colectivo en defensa de este el único mundo que tenemos"
La novela nos cuenta como Antonio José Bolívar Proaño tiene que solucionar la tragedia que ha causado un gringo al haber matado a los cachorros de un tigrillo y herido al macho, dejando a la hembra enloquecida de dolor y a la caza del hombre. Entre tanto vamos conociendo a este personaje, sus inquietudes, sus pensamientos, sus sentimientos. Y junto a él vamos sabiendo de otros personajes como su mujer (Dolores Encarnación del Santísimo Sacramento Estupiñçan Otavalo), el alcalde (apodado la Babosa porque no para de sudar), el dentista (doctor Rubicundo Loachamín), los shuar (indígenas). Todos forman parte de ese pequeño mundo donde vive, un pequeño pueblo, El Idilio, en la selva amazónica. Un lugar tranquilo y hermoso que de vez en cuando se ve alterado por los buscadores de oro y esos gringos que quieren dominar la selva “poderosas lenguas avanzaban desde occidente hurgando en el cuerpo de la selva.”. “Unos colonos que destrozan la selva construyendo la obra maestra del hombre civilizado: el desierto.”
Antonio José Bolívar Proaño es un hombre cuidadoso, organizado y sencillo, sabe leer pero no escribir, y empieza a interesarse por los libros, esta inquietud le lleva a irse durante cinco meses a otra ciudad donde la maestra lo acoge y pone a su disposición la pequeña biblioteca, allí define sus gustos literarios. “Por fin, luego de revisar toda la biblioteca, encontró aquello que realmente deseaba. “El Rosario”, de Florence Barclay, contenía amor, amor por todas partes. Los personajes sufrían y mezclaban la dicha con los padecimientos de una manera tan bella, que la lupa se le empañaba de lágrimas.”
Me ha gustado esta novela que, como ya he comentado, se lee enseguida, habiéndome dejado una buena sensación porque al personaje principal le coges simpatía y cariño, y porque deja bastante clara la situación del Amazonas. Es un libro sencillo, hermoso y con mensaje.
Destacaría el último párrafo que me ha parecido un buen resumen de los sentimientos del protagonista, así como también resaltaría las muchas palabras que se usan en Sudamérica: cuajarones, babosada, guarisapo, achiote, guatusa, capibara, cuy, chonta, mamacita, hurgahocicos, palpalenguas,... Un lenguaje que le da riqueza al texto.

Algunas frases del libro:
“Leía lentamente, juntando las sílabas, murmurándolas a media voz como si las paladeara, y al tener dominada la palabra entera la repetía de un viaje. Luego hacía lo mismo con la frase completa, y de esa manera se apropiaba de los sentimientos e ideas plasmados en las páginas.”

“Nunca pensó en la palabra libertad, y la disfrutaba a su antojo en la selva.”

“La vida en la selva templó cada detalle de su cuerpo. Adquirió músculos felinos que con el paso de los años se volvieron correosos. Sabía tanto de la selva como un shuar. Era tan buen rastreador como un shuar. Nadaba tan bien como un shuar. En definitiva, era como uno de ellos, pero no era uno de ellos.”

“Fue el descubrimiento más importante de toda su vida. Sabía leer.”

“Antonio José Bolívar Proaño dormía poco. A lo más, cinco horas por la noche y dos a la hora de la siesta. Con eso bastaba. El resto del tiempo lo dedicaba a las novelas, a divagar acerca de los misterios del amor y a imaginarse los lugares donde acontecían las historias.”

"Al revisar los textos de geometría se preguntaba si verdaderamente valía la pena saber leer, y de esos libros guardó una frase larga que soltaba en los momentos de mal humor: "La hipotenusa es el lado opuesto al ángulo recto en un triángulo rectángulo". Frase que más tarde causaba estupor entre los habitantes de El Idilio, y la recibían como un trabalenguas absurdo o una abjuración incontestable."

“Tengo nombre de gringo. Onecén es el nombre de un santo de los gringos. Aparece en sus moneditas y se escribe separado con una letra “te” al final. One cent.”

“Esa paz que debía cuidar porque de ella dependían los momentos placenteros frente al río, de pie ante la mesa alta, leyendo pausadamente las novelas de amor.”

Contracubierta o parte de la misma:
Antonio José Bolívar Proaño vive en El Idilio, un pueblo remoto en la región amazónica de los indios shuar (mal llamados jíbaros), y con ellos aprendió a conocer la Selva y sus leyes, a respetar a los animales y los indígenas que la pueblan, pero también a cazar el temible tigrillo como ningún blanco jamás pudo hacerlo. Un buen día decidió leer con pasión las novelas de amor -«del verdadero, del que hace sufrir»- que dos veces al año le lleva el dentista Rubicundo Loachamín para distraer las solitarias noches ecuatoriales de su incipiente vejez. En ellas intenta alejarse un poco de la fanfarrona estupidez de esos codiciosos forasteros que creen dominar la Selva porque van armados hasta los dientes pero que no saben cómo enfrentarse a una fiera enloquecida porque le han matado las crías. Descritas en un lenguaje cristalino, escueto y preciso, las aventuras y las emociones del viejo Bolívar Proaño difícilmente abandonarán nuestra memoria.


lunes, 20 de junio de 2011

IRSE DE CASA de Carmen Martín Gaite


El hilo conductor de esta novela es el personaje de Amparo Miranda, una mujer diseñadora de modas que vive en Nueva York, y que cuarenta años después regresa a la ciudad de provincias que la vio nacer. Una mujer de las que mezclan el misterio con la melancolía, como nos la describe la propia autora.
¿Qué sentido tiene este viaje? En una nota que deja a sus hijos, María y Jeremy, les dice que ha sido un impulso súbito porque simplemente necesita una bocanada de olvido.
Ella sabe muy bien que la ciudad es otra, que ha cambiado, pero tiene que afrontar esos cambios. Se engaña creyendo que va a encontrar una bocanada de olvido en el lugar adonde se dirige. Sabe que no ha ido a desenterrar fantasmas. Aunque el por qué da igual ya que forma parte de la aventura el irse enterando de los motivos, caso de que los haya. En el fondo no es capaz de encontrarle sentido a su viaje. Y sin embargo, no se que quiere ir. No puede. La ciudad la tiene atrapada.
Una ciudad en la que se mueve entre extraños, porque ni se ha visto reconocida ni la ha reconocido. Un lugar lleno de recuerdos, de rincones y de personas que han sido parte de su infancia y adolescencia, donde quiere pasar desapercibida, donde camina, mira y escucha mientras va encontrando el sentido de su vida.
En esta búsqueda del pasado, del presente y del futuro aparecen y desaparecen diferentes personajes y situaciones. Un ir y venir de vidas en una ciudad que ha seguido coexistiendo a su propio ritmo. Unas historias entrelazadas y otras que parecen independientes. Pero todas llenas de descripciones, símiles y metáforas. Contadas con un vocabulario muy rico y expresivo. Historias y personajes que por si solos podrían ser diferentes novelas pero que en esta ocasión la autora ha conseguido que ninguna destaque por encima de las demás. Todas son importantes y juegan su papel en esta maraña de circunstancias.
Las vidas de estos personajes y de Amparo Miranda se cruzan. Y la novela va cogiendo fuerza y dando sentido a una historia muy personal. Donde su madre, Ramona, nos hace entender por qué es como es Amparo. Y donde tiene mucha importancia el guión que ha escrito su hijo Jeremy y que lleva por título “La calle del Olvido”. La experiencia que está viviendo en su regreso a España le hace sentir que “necesita tomar notas de todo aquello, rumiarlo a solas. Ya empezaba a haber argumento.” Tenía muchas cosas que apuntar para inyectarle vida al guión de Jeremy.
Me costó entrar en la novela, al principio se me hizo algo liosa por el cambio de personajes y de situaciones en cada capítulo, hasta que conseguí entrelazar los argumentos. Volví a reiniciar la lectura y empecé a disfrutarla. Me han encantado los pequeños detalles y las pinceladas que ha utilizado Carmen Martín Gaite para unir las vidas de tan variopintos personajes.
Una gran escritora a la que ya había leído en otras ocasiones y que una vez más me ha hecho desear encontrar ese ratito para leer.
Tengo dos curiosidades que compartir, la primera es sobre los capítulos, el primero se titula "pórtico con rascacielos", a continuación van numerados del 1 al 28, para terminar con el titulado "apertura a otros pórticos", lo que le da mucho significado a la historia de esta novela.
La otra curiosidad y sin hacer comparaciones ni nada por el estilo, tan sólo quiero contaros el pequeño sentimiento que he notado en esta lectura y es que en algunos momentos he vislumbrado el estilo de Pedro Almodóvar, empezando por el título de ese guión “La calle del Olvido”.

Algunas frases del libro:

“Es curioso, uno así mismo siempre se reconoce por los ojos, porque en ellos es donde anida ese miedo a dejarse de reconocer, a haber perdido algún eslabón de la propia herencia, el miedo es lo que une el yo de ahora con los de antes, un ansia de pesquisa que imprime al rostro la expresión más incondicional, como una lucecita al fondo de la pupila.”

“Que nos unen las cerezas o que nosotros mismos somos cerezas que se enganchan –pensó-, veo más adecuado expresarlo así. Cada uno de nosotros, hasta los que tanto presumimos de ir por libre, puede salir enganchado con quien menos se espera del canasto de la vida, basta con tirar sin querer de un cabo de miedo cercano al tuyo y ya las has liado, igual le pasa a mi madre con los hilos del costurero, somos cerezas en un canasto.”

“Llevaba dos mañanas viniendo tempranito a sentarse allí y seguía sin pasar casi nadie, o los que pasaban no la veían, en eso consistía la magia del lugar, la misma que le llevó de adolescente a elegirlo como escondite, tan inconfundible para ella como invisible para los demás; y recuperar esa sensación de privilegio vino a suponer el primer acontecimiento digno de reseña en su travesía del desierto.”

“Qué quieres decir con siempre? Quiero decir siempre, el siempre que no se atiene a juramentos ni corre peligro de ahogarse en la rutina.”

“Las cosas cuando pasan no se piensan, se piensan mucho más tarde, y generalmente por la noche. Por las noches es cuando entra el prurito de despiezar lo que ya queda tan lejos que no puede entenderse, cuando salen esos perros raros que se ponen a excavar la tierra sin saber tan siquiera lo que buscan.”

“La geografía del tiempo está surcada por caminos de memoria y grutas de olvido.”

“Apuñalar el propio pasado y luego huir, tras haberlo dado por muerto, es crimen que no siempre queda impune.”


Contracubierta o parte de la misma:

Amparo Miranda, una exitosa diseñadora de modas con sede en Nueva York, vuelve a la ciudad de provincias que abandonó cuarenta años atrás, una de esas ciudades donde la vida marcha a otro ritmo, como entre un pasado que ya no gusta y un porvenir sin dibujar. Amparo, de origen humilde e hija de soltera, no ha regresado corroída por la nostalgia ni tampoco para exhibir sus triunfos ante aquellos que nunca la aceptaron. Quiere, por el contrario, pasar desapercibida: viene a mirar, a intentar recomponer a solas un discurso que quedó interrumpido, a introducir palabras en una historia de silencios.Pero durante la semana que pasa en la ciudad, allí están ocurriendo otras muchas cosas, desarrollándose otras conversaciones, trenzándose el destino de otras gentes. Con unas se tropieza Amparo, otras no inciden en su deambular, pero ese batir simultáneo de escenas que se reflejan fugazmente unas en otras despoja a la visitante de un protagonismo que Carmen Martín Gaite reparte armoniosamente entre cada uno de los seres que van poblando los diferentes capítulos. El logro más llamativo es que ninguno resulte accesorio.

viernes, 3 de junio de 2011

ASESINOS SIN ROSTRO de Henning Mankell

En mi primer contacto con el escritor sueco Henning Mankell y con su personaje el inspector Kurt Wallander, puedo decir que el resultado ha sido positivo. He disfrutado de volver a leer novela negra.
Es una historia de intriga que comienza con un brutal asesinato que, sin embargo, no se recrea en describirlo, lo cual para mi gusto es de agradecer. En general no utiliza las descripciones, más bien proliferan las frases cortas, lo que le da ritmo a la lectura. Esto junto a como nos va introduciendo en el misterio de ¿quiénes serán los asesinos? Contribuye a devorar la novela casi de un tirón.
Me ha gustado de este autor como ha conseguido tenerme en suspense y, la verdad, me ha sorprendido el desenlace, para nada lo imaginaba. También me ha parecido muy acertado como trata la xenofobia, porque ha sabido abordar un tema importante en la sociedad.
Y que decir del inspector Kurt Wallander, no me ha llegado tanto como Montalbano (el comisario de las novelas de Andrea Camilleri porque es un personaje muy singular), pero me han gustado sus reflexiones, que le guste la ópera y su tenacidad para resolver este caso. De este personaje me quedo con esta frase donde se dice su reacción cuando inspecciona una vivienda:
“Cada vez que Kurt Wallander entraba en un piso desconocido, pensaba que estaba mirando las tapas de un libro que le acababan de dar. El piso, los muebles, los cuadros, los olores, eran el título. Entonces empezaría a leer.”

Yo acabo de empezar a leer a este escritor y me quedan muchos de sus libros por delante, en concreto de este personaje hay 10 más publicados. Así que tranquilamente iré conociendo un poco más a Wallander.

Algunas frases del libro:

“Era peor de lo que imaginaba. Mucho peor. Más tarde diría que era lo peor que jamás había visto. Y había visto mucho.”

“En circunstancias normales, la ansiedad estimulaba su energía y determinación, condiciones imprescindibles en cualquier trabajo policial; y él pensaba que era un buen policía. Pero en ese momento se sentía inseguro y cansado.”

“De pronto estaba de nuevo en marcha. Volvía a ser policía. La angustia que sentía por su hija y su esposa tendría que esperar. En aquel momento empezaba la laboriosa tarea de cazar al asesino.”

“Una vez, hace mucho tiempo, éramos amigos. Compartíamos un sueño imposible. Cuando el sueño reventó como un globo, ya no quedaba nada. Posiblemente era verdad que los dos amábamos la ópera. Pero ¿no serán también imaginaciones nuestras?”

“Tengo que hablar con Mona –pensó-. Tengo que hablar con ella sobre todo lo que ha pasado. Y tengo que hablar con mi hija. Tengo que visitar a mi padre para ver lo que puedo hacer con él. En medio de todo esto también debería atrapar a un asesino...”

“Durante un segundo vertiginoso un solo deseo ocupó toda su conciencia. Romper con todo. Huir. Empezar una nueva vida.”

“Pensó que aquella semana era la más intensa que había vivido en todos sus años como policía. Al ver su cara en el espejo retrovisor pensó que cada rasguño, cada chichón, cada matiz entre morado y negro le recordaban aquella semana.”

“Como policía, seguía viviendo en un mundo antiguo. ¿Cómo iba a aprender a vivir en esta nueva era? ¿Cómo se maneja la enorme inseguridad que se siente ante los grandes cambios, que además ocurren demasiado deprisa?”

Contracubierta o parte de la misma:

Abandonado por su mujer, con una hija que no le habla y un padre dispuesto a martirizarle con sus reproches, el inspector Kurt Wallander no se encuentra, precisamente, en el mejor de sus momentos. Además, el crimen de dos ancianos salvajemente torturados ha gatillado la alerta pública: posiblemente, se trata de asesinos extranjeros. Y sobre Wallander pende, como una bomba de relojería, una posible explosión xenófoba.

Traducción de Dea M. Mansten y Amanda Manjonell