A
veces te encuentras o te encuentran pequeñas historias que te dejan
un mayor placer por la lectura, y este libro publicado por primera
vez en 1917 es una de ellas.
Por
cierto, Christopher Morley, dos años después, escribió la
continuación “La librería encantada”.
Al
comienzo de “La librería ambulante” el autor da a entender que
este relato fue escrito por la propia protagonista, Helen.
Así
que es ella quien narra en primera persona lo que sucedió y como lo
resolvió, viviendo su propia aventura.
Y
es que la apacible vida y felicidad de dos hermanos cuarentones y
solteros, Andrew y Helen, en una granja en Nueva Inglaterra (EEUU)
durante la segunda década del siglo XX, cambió de la noche al día
al publicarle a Andrew un libro sobre técnicas agrícolas. Y será
en este punto donde veremos las estratagemas de los editores para
convencer a un autor.
Pero
Helen, con su aburrida y rutinaria vida de sus labores en casa y en
la granja, desde hace 15 años, no se queda de brazos cruzados y
tomará una decisión que le producirá un grandísimo cambio que
hará que lo cotidiano desaparezca. El causante será la llegada de
Roger Mifflin y su Párnaso, un carromato que es una librería
ambulante. Este personaje es un gran amante de los libros, de la
lectura y de su fomento. Y desde hace tiempo lleva la lectura a la
gente del campo. Abriéndoles mundos nuevos con historias como “La
isla del tesoro” de Stevenson. En un intento de que los buenos libros circulen
yendo de granja en granja.
Es
un bonito relato escrito con un lenguaje sencillo y un tono agradable
que habla de: aventuras, reivindicación del papel de la mujer,
humor, amor, ternura y pasión por la lectura, con la defensa de una
profesión: vendedor de libros.
Algunas
frases del libro:
“Cuando
le vendes un libro a alguien no solamente le estás vendiendo doce
onzas de papel, tinta y pegamento. Le estás vendiendo una vida
totalmente nueva. Amor, amistad y humor y barcos que navegan en la
noche. En un libro cabe todo, el cielo y la tierra, en un libro de
verdad, quiero decir.”
“Creo
que leer un buen libro te hace modesto. Cuando uno logra ver con
lucidez el interior de la naturaleza humana, cosa que te proporcionan
los grandes libros, uno siente la necesidad de hacerse pequeño. Es
como mirar la Osa Mayor en una noche clara o como ver el amanecer en
invierno cuando uno va a recoger los huevos de la mañana. Y
cualquier cosa que te haga sentir pequeño es maravillosamente
buena.”
Contracubierta
o parte de la misma:
Prepárese
para entrar en un mundo único y lleno de encanto, donde el tiempo se
ha detenido: estamos en la segunda década del siglo XX, en unos
Estados Unidos todavía rurales y de paisajes idílicos, donde
conviven los viejos carromatos y los novísimos automóviles; Roger
Mifflin, un librero ambulante que desea regresar a Brooklyn para
redactar sus memorias, vende su singular librería sobre ruedas
(junto a su yegua y su perro) a la ya madura señorita Helen McGill,
quien decide, harta de la monotonía de su vida, lanzarse a la
aventura y recorrer mundo. A partir de ese momento se sucederán los
encuentros y los desencuentros, y las más divertidas peripecias se
darán la mano con las grandes enseñanzas que proporcionan libros y
librero.
Traducción
de Juan Sebastián Cárdenas
Imagen
de cubierta: Getty Images/Hulton archive