Al
principio en una nota del autor hace referencia al poeta Félix
Grande y recuerda uno de sus versos: “donde fuiste feliz alguna vez
no debieras volver jamás”. Y expresa su propia opinión, diciendo
que sí hay que volver “porque en ocasiones es la única forma de
recuperar esa pequeña parte de uno mismo que se quedó para siempre
en aquel lugar. Esa parte que nos falta”. Y este inciso antes de
comenzar la novela cobra su sentido cuando la terminas. Porque la
historia de Julián y de Lucía, sobre todo, de ella, tiene algo de
búsqueda de uno mismo.
Para
mi, aparte de que me trae a la memoria la canción “Peces de
ciudad” cantada tanto por Joaquín Sabina como por Ana Belén. Me
ha dado que pensar y me quedo en un término medio, pues a un lugar
que ha sido especial en determinada ocasión, podría volver y
seguiría siendo especial, pero las sensaciones no serían las
mismas, podrían ser parecidas pero no iguales a esa vez tan feliz,
porque cada momento es único e irrepetible.
Pero
volviendo a los protagonistas de este relato, una pareja dichosa, que
se quiere, de la que sabremos como se conocieron, como han compartido
su vida, y como en un momento determinado el azar les juega una mala
pasada. Mostrándonos a partir de ese hecho el cambio que se produce
en su interior, como se enfrenta cada uno a esa circunstancia, y la
forma en que lo interiorizan y lo exteriorizan.
Mientras
Julian necesita trocitos de normalidad, y asimila lo que va
sucediendo, intentando comprender a su pareja. Lucía busca
reencontrarse con su pasado, e inicia un viaje que le llevará a
Galicia. Por cierto, hace una escueta referencia a los incendios
forestales, que tanto mal han hecho en esa tierra. Y se refugia en
sus recuerdos y en la lectura y relectura de un libro de Josefina
Vicens, “Los años falsos”. Que he leído que es una novela
existencialista. A su vez hay referencias a otras escritoras
mexicanas, Elena Garro e Inés Arredondo.
Y
lo que les está ocurriendo a esta pareja da pie a la reflexión, a
que pensemos en nosotros mismos, en momentos parecidos, en cómo
afrontaríamos una situación así, o todavía más profundamente
sopesemos si estamos en manos del destino, de la casualidad o del
azar.
Por
tanto el tema da para mucho, sin embargo no he conseguido empatizar
con los personajes, porque no he sentido emociones, no me ha
transmitido sentimientos. Tan solo alguna frase me ha conmovido y en
concreto el mensaje que deja escrito Lucía a Julián, ese sí me ha
llegado.
Además,
tal vez porque también acabo de pasar por una situación de
acompañante en un hospital, y el personal sanitario ha sido claro y
no ha ido con rodeos, pues no me ha sido muy creíble el papel del
médico en esta novela, poco comunicativo y dejando más bien un halo
de misterio en sus apariciones. Así como me ha descolocado el salto
que hay del capítulo 27 al 28, pues he tenido la sensación de que
falta algo que transmita más emociones en un momento de tanta
delicadeza como el que sucede.
Aún
así la historia de Lucía y Julián lleva a la reflexión, porque
podría ser la de cualquiera, la nuestra, la de alguien cercano, la
de tantas y tantas personas que un día, en un determinado momento,
su (mi, nuestra) vida gira inesperadamente y hace que te replantees
todo.
Algunas frases del libro:
“Asombrosamente,
la vida parecía seguir adelante a pesar de sus circunstancias.”
“Uno se da cuenta de que su amistad con otra persona ha dejado de ser frágil o indecisa cuando un día observa que esa relación se ha vuelto indiferente al silencio.”
“Me pregunto si es posible echar de menos algo que no se ha tenido. Si es posible echar de menos aquello que no se ha vivido.”
Contracubierta o parte de la misma:
Lucía
y Julián son una pareja como tantas otras, dos personas que saben
aprovechar las pequeñas dosis de felicidad cotidiana que les regala
la vida. Sin embargo, de un día para otro su realidad da un vuelco y
se topan de frente con el dolor y el abismo.
Eso
hará que los dos emprendan un viaje hacia los orígenes – un viaje
físico y psicológico, conjunto e individual – en el que
descubrirán el inmenso valor de los recuerdos.
Fotografía
de la cubierta: Reilika Landen / Arcangel
Gracias
a la editorial Suma de Letras, Penguin Random House Grupo Editorial y
al proyecto Edición Anticipada por el envío de este libro
Me producen tristeza estas historias, hay tanto desencanto en ellas. Pero me gusta que ahonden en las emociones y que inviten a la reflexión. Lo dejo en posibles.
ResponderEliminarUn abrazo
Pintaba bien esta novela, pero esa falta de empatía con los personajes protagonistas y esa falta de emoción me echan para atrás.
ResponderEliminarBesotes!!!
Pues la verdad es que me llama la atención a pesar de esa falta de empatía que mencionas, tendría que encontrarle el momento, ahora mismo no estoy para este tipo de lecturas pero de todas formas tomo nota.
ResponderEliminarUn beso
Me ha ocurrido lo mismo que te comenta Margari. Y es que la falta de empatía con los personajes hace que la historia me resulte poco agradable de leer.
ResponderEliminarMuchas gracias por darme a conocer este título
Muchos besos
Es una historia atractiva, pero pide empatía...y si no has sido capaz de empatizar me frena un poco. De momento no me animaré ;)
ResponderEliminarBesitos
lo anoto en la libreta, aunque creo difícil encontrarlo por acá.
ResponderEliminarUn beso,
Ale.
Pues no me convence por esa falta de empatía y ahora mismo creo que me pasaría algo parecido.
ResponderEliminarUn beso ;)
No lo conocía, pero, tras haberte leído, creo que no es para mí. Un besote.
ResponderEliminarNo sé yo, creo que no me convence esta vez
ResponderEliminarBesos