Una
historia de amor.
Tsukiko
Omachi de 38 años y su antiguo maestro Harutsuna Matsumoto, unos 30
años mayor, se reencuentran por casualidad en una taberna. Ellos son
dos solitarios que empiezan a compartir parte de su tiempo, coinciden
en los mismos gustos por los aperitivos, por las comidas, por la
bebida. Iniciando una amistad que convierte la soledad de cada uno en
compañía.
Él
es respetuoso, protector, tradicional, siempre lleva su viejo
maletín, y aún le pesa el recuerdo de su mujer, pues es un pasado
que no ha cerrado todavía. Sin embargo está bien con Tsukiko.
Ella
no es tan tradicional, siente cierta angustia interior, preguntándose
qué está haciendo con su vida, si realmente ha sido como creía, la
nueva compañía de su maestro le hace sentirse a gusto, aunque
también reaparece un antiguo compañero de instituto.
Son
dos personas que a pesar de la diferencia de edad establecen una
relación especial, que evoluciona lentamente, en la que se acercan y
se alejan continuamente. Y aunque parezca que las horas pasan entre
referencias gastronómicas y sumergidos en el alcohol, esconde mucha
más belleza en la narración, compartiendo hermosos momentos que
descubren al otro su interior.
Es
un relato sin grandes descripciones, muy al uso japonés, escrito mas
bien de forma casi poética, como alguno de los haikus que recoge,
convirtiendo su lectura en algo reposado, pues la escritura de esta
autora me ha parecido pausada, sencilla, delicada y sensible.
Algunas
frases del libro:
“Estábamos
de acuerdo en la distancia que dos personas deben mantener.”
“Con
la disposición adecuada, las personas podemos aprender muchas cosas
en cualquier lugar.”
”Si
realmente no te pasara nada, no te esforzarías tanto en negarlo.”
“¿Por
qué no conseguía sentirme a gusto conmigo misma si estaba
acostumbrada a estar sola?”
Contracubierta
o parte de la misma:
Tsukiko
tiene 38 años y lleva una vida solitaria. Considera que no está
dotada para el amor. Hasta que un día encuentra en una taberna a su
viejo maestro de japonés. Entre ambos se establece un pacto tácito
para compartir la soledad. Escogen la misma comida, buscan la
compañía del otro y les cuesta separarse, aunque a veces intenten
escapar el uno del otro: el maestro, en el recuerdo de la mujer que
un día lo abandonó: Tsukiko, en un antiguo compañero de clase.
Traducción
del japonés de Marina Bornas Montaña
No me importaría leerlo =)
ResponderEliminarBesotes
Adoro Acantilado. No tengo este título, pero lo tengo en cuenta, cada vez me gusta más la literatura japo.
ResponderEliminarBEsos.
Un libro que lleva tiempo entre mis pendientes. Por lo que cuenta, me va a gustar mucho.
ResponderEliminarBesotes!!!
Me encanta Acantilado, pero la literatura oriental me cuesta un poco, esa contención de las emociones de los personajes se me hace siempre muy difícil de entender y me cuesta entrar en las historias.
ResponderEliminarBesines
Lo leí hace años y no me convenció, igual no entendí la historia o no era el momento. Besinos.
ResponderEliminarme encantó cuando lo leí hace tiempo.
ResponderEliminarBuenas.
ResponderEliminarMe da la impresión de ser una historia demasiado pausada para mi gusto y no creo que supiera apreciarla como merece así que la dejo pasar.
Un saludo.
Me gustan este tipo de historias pausadas y poéticas.
ResponderEliminarUn besito.
Kawakami es una autora que me gusta mucho. Está lejos de la narrativa occidental. Como dices, es prosa pero parece poesía, son palabras que acarician más que cuentan. No me interesa tanto la historia como el modo de aproximarse a ella. Desde luego, es preciso acercarse a la literatura japonesa, y no sólo al conocidísimo Murakami y al último Nobel. Yo también recomiendo esta autora y este bello libro.
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