Años
luz es la distancia que se va produciendo en el matrimonio de Viri y
Nedra con el paso del tiempo.
A
través de sus ojos, de los de sus hijas y de los de sus amigos,
hablan de la vida, de los pequeños detalles de cada día. Esa vida
en pareja, donde la convivencia es una rutina, y tiene dos caras, la
de ellos y la que muestran a sus hijas. Son buenos amigos, pero ¿y
lo demás? ¿y la vida conyugal?
Porque
entre ellos hay comprensión, pero es un arreglo. Lo que les lleva a
plantearse ¿qué es la felicidad? Y es que su matrimonio se ha
desgastado, y hay una parte vivida y que persiste, y otra vacía y
consumida.
El
tiempo transcurre, las hijas crecen. Pasa la vida sin apenas darnos
cuenta. Avanzando estación tras estación: primavera, verano, otoño,
invierno, de nuevo primavera... Dejando atrás las largas veladas de
inviernos y veranos ociosos de una familia que parecía que duraría
siempre. Mientras la vida seguía su curso.
Y
mientras Viri parece que está en conformidad con la vida cotidiana.
A Nedra le dan miedo las palabras “vida ordinaria” Y le gusta
“Descubrir la vida a través de su hija, saborearla por segunda
vez.” Quiere que sus hijas lleguen más lejos que ella, que sean
libres. Mientras sus amigos se preguntan si con sus decisiones ¿es
feliz o infeliz?
Según
iba leyendo me quedaba la sensación de que no iba pasando nada,
pero el tiempo va transcurriendo, y con él el matrimonio de Viri y Nedra
les deja su poso a ellos, pero también al lector, produciendo en
algunos momentos un sentimiento de empatía. Y es que ellos (como
todos) se enfrentan a las cosas importantes que no sobreviven, como
es la fugacidad del amor. Así que en esta historia si que pasa y mucho.
Algunas
frases del libro:
“Hay
en realidad dos clases de vida. Hay, como dice Viri, la que la gente
cree que estás viviendo y hay la otra vida. Es esta otra la que
causa el problema, la que anhelamos ver.”
“Por
la mañana todo es distinto, las cosas son reales.”
“Hay
momentos en que uno es importante y otros en que uno casi no existe.”
“A
veces es imposible ver con claridad las cosas de tu propia vida.
Tienes que recurrir a alguien de fuera para que te las explique.”
“Uno
de los últimos grandes descubrimientos es que la vida no será lo
que soñabas.”
“La
libertad de la que hablaba era la conquista de una misma.”
Contracubierta
o parte de la misma:
La
escritura diáfana, leve y luminosa de Salter nos asoma al interior
del matrimonio de los Berland, cuya vida transcurre entre Manhattan y
un vieja casa al norte de Nueva York. , Allí, en una suerte de
paraíso natural, rodeados de prados y con vistas al río Hudson,
Viri, arquitecto al que le apasiona su profesión, y Nedra, una mujer
de marcado carácter y una rara elegancia, disfrutan de los paseos,
las cenas con amigos y los incontables momentos de sosiego dedicados
a jugar con sus dos hijas. Sin embargo, detrás de esta apariencia
idílica, el lector descubre las finas líneas de fractura que asoman
en la superficie y se van convirtiendo en grietas hasta que,
finalmente, desfiguran el paisaje sin posibilidad de reparación.
Traducción
del inglés de Jaime Zulaika
Una lectura que me atrae, no la conocía pero le ha recordado, salvando las distancias, a "Nadie se salva solo" de Mazzantini, en versión civilizada. Lo leería.
ResponderEliminarBesos.
Es verdad que con este tipo de libros puedes tener la sensación de que no hay trama y por eso son menos populares, pero luego si te tomas tiempo te das cuenta de que sí hay historia detrás de lo que estás leyendo. Es curioso lo de la madre, creo que es muy común eso de vivir a través de los hijos lo que no pudieron hacer por sí mismos.
ResponderEliminarBesos
guau, parece muy interesante y no lo conocía. Me lo anoto.
ResponderEliminarUn beso,
Ale.