III premio Alandar
Esta historia está protagonizada por un niño de 12 años que vive en un campamento de refugiados saharauis. Bachir sufre una dolencia pulmonar que lo mantiene recluido sin salir de su jaima. Nos cuenta sus inquietudes, sus sentimientos, sus deseos, sus sueños y los de las personas que lo rodean, así vamos conociendo las costumbres y algunas de las circunstancias que han originado la situación actual del pueblo saharaui.
Este libro me ha llegado muy adentro, me ha hecho sentir el sufrimiento de este niño y me ha transmitido con mucha claridad la situación de injusticia que viven los saharauis.
Está escrito con un lenguaje muy sencillo que consigue, a pesar de la dureza que relata, una lectura agradable. He tenido la sensación de que el autor ha tratado a todos los personajes con mucha delicadeza.
El personaje de Bachir, y creo que cada personaje de esta historia, me ha enseñado mucho sobre la vida. Por la situación que vive Bachir ha aprendido a conocer el mundo a través de los sonidos y sabe que el silencio es una forma de comunicación. Piensa que sería más justo si Alá repartiese el dolor entre todos los seres humanos, a él no le importaría sufrir dos o tres horas a la semana durante toda la vida, sería mejor que estar bien durante unos meses y luego estar mal durante unas semanas. Le avergüenza no saber leer pero aún así le complace rodearse de libros que sabe que le abrirán las puertas a mundos distintos al suyo. Sus padres le han inculcado el respeto por la edad, tiene muy claro que un joven nunca puede mostrarse insolente o indiscreto al dirigirse a un anciano. Se pregunta cuando dejará de ser refugiado y podrá volver a su tierra.
Su madre, Ageila, su hermana Magali, su tío Abd’salam, su amiga Dajba, incluso su otra hermana Fiuna, le tratan con tanto cariño y de una manera tan especial que te deja la buena sensación de que Bachir tiene mucha suerte de tenerlos tan cerca. Y ya cuando aparece el personaje de Jamida, la relación que entablan, el cómo se conocen, me ha encantado. Ha habido algunas escenas que me han parecido muy tiernas y bellas.
Al final del libro están los agradecimientos donde Ricardo Gómez nos cuenta que Magali, Bachir, Ageila... son personas que ha conocido y que viven en los campos saharauis de Smara. Les ha pedido prestados no solo sus nombres, sino, en algunas ocasiones, parte de sus vidas, costumbres y desgarros, que ha pretendido dejar aquí reflejados. Los agradecimientos continúan y aconsejo leerlos, igual que el libro, porque merece la pena que no olvidemos lo que nos cuenta.
También hace mención a Gonzalo Moure que fue quien le abrió las puertas del Sáhara, este escritor que se considera ciudadano del mundo tiene mucho que enseñarnos sobre la vida que nos rodea. Su página web la podéis consultar aquí. Y una reseña en este blog sobre un libro suyo que leí hace un tiempo aquí.
Algunas frases del libro:
“Durante sus períodos de enfermedad, la tienda era su universo y Bachir era el gobernante de un territorio mullido y polícromo, con valles alfombrados, montañas de cojines y cielos de lona.”
Esta historia está protagonizada por un niño de 12 años que vive en un campamento de refugiados saharauis. Bachir sufre una dolencia pulmonar que lo mantiene recluido sin salir de su jaima. Nos cuenta sus inquietudes, sus sentimientos, sus deseos, sus sueños y los de las personas que lo rodean, así vamos conociendo las costumbres y algunas de las circunstancias que han originado la situación actual del pueblo saharaui.
Este libro me ha llegado muy adentro, me ha hecho sentir el sufrimiento de este niño y me ha transmitido con mucha claridad la situación de injusticia que viven los saharauis.
Está escrito con un lenguaje muy sencillo que consigue, a pesar de la dureza que relata, una lectura agradable. He tenido la sensación de que el autor ha tratado a todos los personajes con mucha delicadeza.
El personaje de Bachir, y creo que cada personaje de esta historia, me ha enseñado mucho sobre la vida. Por la situación que vive Bachir ha aprendido a conocer el mundo a través de los sonidos y sabe que el silencio es una forma de comunicación. Piensa que sería más justo si Alá repartiese el dolor entre todos los seres humanos, a él no le importaría sufrir dos o tres horas a la semana durante toda la vida, sería mejor que estar bien durante unos meses y luego estar mal durante unas semanas. Le avergüenza no saber leer pero aún así le complace rodearse de libros que sabe que le abrirán las puertas a mundos distintos al suyo. Sus padres le han inculcado el respeto por la edad, tiene muy claro que un joven nunca puede mostrarse insolente o indiscreto al dirigirse a un anciano. Se pregunta cuando dejará de ser refugiado y podrá volver a su tierra.
Su madre, Ageila, su hermana Magali, su tío Abd’salam, su amiga Dajba, incluso su otra hermana Fiuna, le tratan con tanto cariño y de una manera tan especial que te deja la buena sensación de que Bachir tiene mucha suerte de tenerlos tan cerca. Y ya cuando aparece el personaje de Jamida, la relación que entablan, el cómo se conocen, me ha encantado. Ha habido algunas escenas que me han parecido muy tiernas y bellas.
Al final del libro están los agradecimientos donde Ricardo Gómez nos cuenta que Magali, Bachir, Ageila... son personas que ha conocido y que viven en los campos saharauis de Smara. Les ha pedido prestados no solo sus nombres, sino, en algunas ocasiones, parte de sus vidas, costumbres y desgarros, que ha pretendido dejar aquí reflejados. Los agradecimientos continúan y aconsejo leerlos, igual que el libro, porque merece la pena que no olvidemos lo que nos cuenta.
También hace mención a Gonzalo Moure que fue quien le abrió las puertas del Sáhara, este escritor que se considera ciudadano del mundo tiene mucho que enseñarnos sobre la vida que nos rodea. Su página web la podéis consultar aquí. Y una reseña en este blog sobre un libro suyo que leí hace un tiempo aquí.
Algunas frases del libro:
“Durante sus períodos de enfermedad, la tienda era su universo y Bachir era el gobernante de un territorio mullido y polícromo, con valles alfombrados, montañas de cojines y cielos de lona.”
“Bachir sentía que tenía la capacidad de ver el mundo a través de sus oídos.”
“Muchas de esas historias se contaban en la escuela, cuando las maestras trataban de que los niños no perdieran la memoria colectiva. Para Bachir, cada palabra era una confirmación de que sus abuelos y sus padres habían sufrido mucho. Más incluso que él con su enfermedad. No tenía derecho a quejarse porque, después de todo, él no tenía que preocuparse por el agua o la comida.”
“Se puede lo que se quiere, si se quiere con el corazón. Tendrías que preguntarte qué quiere tu corazón.”
“Esparcida sobre el pecho, esa esfera parecía herida, como él. También su vida estaba descompuesta. Cada pieza podía representar un pedazo de su vida: Brahim, Ageila, Fiuna, Jamida, Dajba, su enfermedad, la escuela... Si supiera atar esas piezas, la esfera podría rodar. Si supiera cómo ordenar sus sentimientos, su vida tendría algún sentido. Pero ¿cómo hacer una cosa y la otra?”
“Muchas personas en el mundo están enfermas. Es el designio de Alá, cuya razón nunca podremos conocer. Las dolencias del cuerpo no son las peores. Hay que protegerse más de las enfermedades del alma, porque hacen sufrir a los demás. La envidia, el odio, la pereza o la codicia causan en el mundo más daño que la peor de las pestes. Puede que algún día te cures del todo. Pero también puede que no. Muchas personas aprenden a convivir con su enfermedad y son mejores y más sabias que otras con el cuerpo sano. Tú no puedes conocer tu destino, pero sí puedes elegir cómo quieres ser.”
“Nuestro pueblo corre peligro, pero no por la falta de lluvia. En realidad, bastan dos hombres para matarnos de sed. Solo dos soldados pueden cerrar la llave del grifo que nos abastece, y todos comenzaríamos a morir. Eso, o que los conductores de los camiones que traen la ayuda internacional se nieguen a venir. O que algunos países dejen de ayudarnos con sus alimentos o sus medicinas.
¿Y no podemos hacer nada?
Sí, podemos gritar pidiendo auxilio.
Y luchar. Mi tío dice que podemos luchar.
Ya luchamos, cada día que pasa. Sobrevivir es nuestra forma de lucha. Solo con eso le decimos al mundo que seguimos aquí. Que se está cometiendo una gran injusticia con el pueblo saharaui.”
Contracubierta o parte de la misma:
Bachir vive en un campamento de refugiados saharauis. Una dolencia pulmonar le obliga a permanecer inválido en su tienda, desde donde escucha atentamente los sonidos que llegan hasta él. A través del oído trata de imaginar lo que sucede a su alrededor.Una noche conoce a Jamida, un sorprendente anciano, mezcla de sabio y de guerrero, con quien habla de la historia de su pueblo y del nombre de las estrellas. Ese encuentro le permitirá ver un mundo más allá de los opacos limites de su jaima.
¿Y no podemos hacer nada?
Sí, podemos gritar pidiendo auxilio.
Y luchar. Mi tío dice que podemos luchar.
Ya luchamos, cada día que pasa. Sobrevivir es nuestra forma de lucha. Solo con eso le decimos al mundo que seguimos aquí. Que se está cometiendo una gran injusticia con el pueblo saharaui.”
Contracubierta o parte de la misma:
Bachir vive en un campamento de refugiados saharauis. Una dolencia pulmonar le obliga a permanecer inválido en su tienda, desde donde escucha atentamente los sonidos que llegan hasta él. A través del oído trata de imaginar lo que sucede a su alrededor.Una noche conoce a Jamida, un sorprendente anciano, mezcla de sabio y de guerrero, con quien habla de la historia de su pueblo y del nombre de las estrellas. Ese encuentro le permitirá ver un mundo más allá de los opacos limites de su jaima.
Buena reseña y preciosos los párrafos que has puesto. Un libro que merece la pena ser leído, por lo que cuentas. Me ha gustado mucho cuando dices que "el silencio es una forma de comunicación". ¿Cuántas cosas puede decirse con un simple silencio?
ResponderEliminarBesotes!!!
Estoy totalmente de acuerdo con lo del silencio... me encanta cuando llegas a tal punto de complicidad con una persona que el silencio lo puede decir todo =)
ResponderEliminarBesotes
este es el tipo de libros que me encantan leer, así que queda apuntado en la lista infinita. Las citas que has elegido son hermosas ¡gracias por compartirlas!
ResponderEliminarun beso,
Ale.
No me sonaba, pero creo que le haré un hueco porque me ha gustado mucho tu reseña.
ResponderEliminarGracias por vuestros comentarios. Realmente es un libro hermoso.
ResponderEliminarUn abrazo
No conocía este libro, pero por lo que cuentas parece una bonita historia.
ResponderEliminarGracias por darla a conocer. Un beso.
bueno
ResponderEliminarbuenoooooooooo
ResponderEliminarTendrías que sumarle el porqué al como se llama el libro , porqué lo llamas así
ResponderEliminarComo se llama el ilustrador del cazador de estrellas lo he buscado y no lo encuentro
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